GOMORRA

Una escalofriante mirada a la realidad de la Camorra napolitana

El puerto de Nápoles es el punto de entrada a Europa de multitud de mercancías provinentes de China que se saltan las aduanas y sirven de abastecimiento a los múltiples talleres ilegales que acaban generando una importantísimo volumen de negocio que a su vez sirve de base económica al crimen organizado. La Camorra, o el Sistema, como la llaman allí, es el auténtico poder en esa zona de Italia, sustituyendo de facto al gobierno y a la policía. Su influencia se hace notar en todos los ámbitos; sus métodos son en extremo violentos, se calcula que ha asesinado a más de 3600 personas desde 1980; su organización en familias no es muy piramidal, es más como una red de tentáculos que se extiende por todo el tejido social, con multitud de negocios, la mayoría ilegales o conseguidos de forma corrupta, pero también con inversiones legales. Todo eso ha provocado que Nápoles sea una de las zonas más deprimidas de Italia, con tasas de desempleo que llegan al 50% en algunos barrios y cifras altísimas de abandono escolar.

El escritor napolitano Roberto Saviano analizó esta situación con rigor y valentía en su libro Gomorra. El enorme éxito del libro, tanto en Italia como en los países donde se ha traducido, ha publicitado la situación que denuncia, lo que no debe haber caido muy bien a la Camorra, que ha amenazado de muerte al escritor, hasta el punto que ha tenido que abandonar Italia y vivir rodeado de un dispositivo de seguridad.

Para su adaptación cinematográfica el director Matteo Garrone pasó seis meses en Nápoles para preparar el rodaje y asegurar que el resultado fuera lo más verosímil y ajustado a la realidad posible. Dado que el libro adaptado es de ensayo, la película no lo adapta al pie de la letra, sino que trata de inspirarse las situaciones que cuenta para vertebrar historias.

Los once capítulos del libro dieron lugar a cinco historias que se alternan durante la película con personajes de carne y hueso que intentan implicar al espectador en la terrible situación de la zona. Don Ciro (Gianfelice Imparato) se dedica a entregar dinero a las familias de los miembros del Sistema que tienen familiares encarcelados; se mueve por el barrio de Secondigliano, donde la policía no se aventura casi nunca. Don Ciro se verá en problemas cuando estalla la guerra entre clanes y sus repartos son en la zona de nadie.

Totò (Salvatore Abruzzese) tiene trece años y se dedica a repartir la compra de la minúscula tienda de alimentos de su madre por los pisos vecinos. Vive en Scampia, un gigantesco y ruinoso barrio dormitorio donde hay uno de los mayores mercados de venta de droga de Europa. Totò sólo desea entrar a formar parte de las bandas que trafican, y pronto tendrá su iniciación a ellas.

Pasquale (Salvatore Cantalupo) es un excelente sastre que trabaja en un taller clandestino que es contratado bajo mano por empresas de alta costura. Tanto él como los trabajadores están explotados y sufren pésimas condiciones laborales, por eso se verá tentado cuando le ofrecen dinero de un taller chino, auténtica competencia del Sistema, para que forme a sus trabajadores.

Roberto (Carmine Paternoster) es un joven que empieza a trabajar para Franco (Toni Servillo). Franco se dedica al tráfico de residuos, recibe dinero de las empresas del norte del país para deshacerse de su basura, a veces muy tóxica, y ocuparse del papeleo legal. La basura acaba enterrada o incinerada en zonas del Casertano y la Campania, en canteras o zonas agrícolas. Las empresas ganan en competitividad, ya que las tarifas del crimen organizado son mucho más ajustadas que si se hiciera el tratamiento correcto de los residuos. A cambio, la basura se acumula en Nápoles y envenena la región, donde hay un 20% más de casos de cáncer que en el resto de Italia.

Marco (Marco Macor) y Ciro (Ciro Petrone) son dos chicos jóvenes que creen estar por encima del Sistema y van por libre cometiendo robos; ven sus vidas como si estuvieran dentro de una película de mafiosos de Hollywood. Pero cuando llegan hasta cierto punto son advertidos, ir por libre no está permitido.

Gomorra está rodada con un estilo que busca completamente el realismo y lo consigue con creces; su fotografía tiene con aspecto de estar hecha con iluminación natural, su ausencia de banda sonora a excepción de lo que escuchen los personajes, el aspecto normal y la naturalidad de las interpretaciones de sus protagonistas, el cerrado dialecto que hablan; todo ello se conjura para dar la sensación de estar espiando hechos reales desde la butaca del cine.

La película también logra transmitir realismo por lo creíble de su historia y su planteamiento. Gomorra rompe en mil pedazos absolutamente todos los tópicos del cine de mafiosos: aquí no encontrarán grandes lealtades, rivalidades honorables, preocupación por la familia ni ningún tipo de valor que no sea la obtención de beneficio a toda costa. El Sistema es cerrado y casi imposible de abandonar, sus víctimas se convierten en verdugos o mueren, y está tan extendido y ramificado en la vida de la gente de la zona que prácticamente no hay esperanza para pueda salir de esta situación tan miserable.

Gomorra es una película excelente pero que hace pocas concesiones al espectador, es probable que no sea plato de todas las mesas debido a su falta de espectacularidad y a su tratamiento realista. Pero yo la recomiendo encarecidamente por su valentía, su rigor y su capacidad de hacer pensar al espectador.