ROCKNROLLA

LA vuelta de Guy Ritchie a sus orígenes

El director británico Guy Ritchie irrumpió con fuerza en el panorama cinematográfico con Lock & Stock (1998) y Snatch, cerdos y diamantes, dos thrillers adrenalínicos con una trama coral instalados en los bajos fondos ingleses y que mezclaban con inteligencia acción, sentido del humor y diálogos absurdos; un poco en la línea de los inicios de Tarantino pero indiscutiblemente británico y suficiente personalidad propia. Snatch, que contaba en su reparto con actores de Hollywood como Brad Pitt y Benicio del Toro y que además era un poco más redonda que su predecesora, consiguó bastante éxito internacional y crédito para Ritchie. Sus siguientes proyectos, Barridos por la marea (2002), con su entonces esposa Madonna y Revolver (2005), no le fueron bien, ni artística ni comercialmente. Con su último trabajo Rocknrolla ha vuelto a sus inicios y ha rodado una película que, por su estilo y argumento, podría formar un tríptico con sus dos primeros filmes.

Con Rocknrolla Ritchie vuelve a su Inglaterra natal y a una trama muy coral con historias que se cruzan y multitud de personajes; vuelve también a los bajos fondos, aunque este caso apunta un poco más arriba y también muestra la "clase alta" de la delincuencia. Como en sus dos primeros trabajos el sentido del humor empapa un guión muy bueno, que satiriza la locura inmobiliaria que sacudió Londres en la última década (y por desgracia no sólo a Londres) y pinta una ciudad muy alejada de la imagen idealizada que se presenta en las propagandas olímpicas. En su Londres campa la corrupción municipal y policial, los mafiosos rusos compran lo que quieren y a quién quieren; está sucia y llena de delincuencia. Sus personajes son amorales y muchas veces estúpidos; son retratados vívidamente y en dos pinceladas, pero todos presentan peculiaridades propias que les humanizan.

Rocknrolla cuenta una trama que gira alrededor de la especulación inmobiliaria en Londres y se ambienta en el momento en que invertir en suelo y construcción de viviendas o comercios era un negocio redondo. Pero para poder construir hacen falta permisos municipales y para conseguirlos sin problemas está Lenny Cole (Tom Wilkinson), un hombre a medio camino entre los ambientes más turbios y la respetabilidad con concejales municipales en el bolsillo. Cole acaba de estafar a One-Two (Gerard Butler) y a Mumbles (Idris Elba), dos delincuentes de medio pelo que se reúnen en un bar junto con otros compinches. Cole les ha prestado dinero sabiendo que no podrían devolverlo y ahora tienen una deuda enorme. Al mismo tiempo Cole acaba de cerrar un trato con un importante hombre de negocios (muy turbios) ruso (Karel Roden), cuyo despacho está en un estadio de fútbol (¿les suena de alguien?) para "facilitarle" los permisos necesarios para una gran construcción. En señal de buena voluntad le presta a Lenny su cuadro de la suerte y a través de su contable, la fría y atractiva Stella (Thandie Newton) le paga una suma millonaria. Todo se tuerce cuando Johnny Quid (Toby Kebbell), hijo adpotivo de Cole, drogadicto y estrella del rock roba el cuadro y cuando One-Two y su banda roban el dinero.

El ritmo inicial de la película es relativamente lento para presentar a todos los personajes y plantear los enredos centrales, pero pronto se va incrementando hasta alcanzar el habitual de las mejores producciones de Ritchie. Como en ellas abundan las coincidencias propias de comedias de situación, la violencia, los diálogos absurdos y/o filosóficos y el humor a costa de la indestructibilidad de los rusos.

El reparto de la película es espléndido, todos los actores son adecuados para su papel y realizan un buen trabajo. Gerard Butler encarna con convicción y humanidad al único personaje con el que el público puede identificarse (y es un ladrón). Sus gags con el resto de su pandilla son divertidísimos. Idris Elba y Tom Hardy le secundan perfectamente. También cabe destacar las interpretaciones de Tom Wilkinson, que encarna a un personaje rastrero, vulgar y sin escrúpulos pero de alguna forma carismático y de Mark Strong, que encarna a su mano derecha, que ha crecido a su sombra y realizando todo el trabajo sucio pero con personalidad propia. Pero la interpretación que más positivamente me sorprendió fue la de Toby Kebbell, que interpreta a Johhny Quid, el personaje más complejo de la película. Quid es un rockero narcisista y un drogadicto, vulnerable, muy inteligente y para nada buena persona; es capaz casi de todo: tiene momentos filosóficos, momentos de violencia aleatoria si se le contradice mucho, realiza observaciones muy agudas y en general tiene hábitos desagradables. Kebbel logra que todo ese amasijo de características contradictorias quede cohesionado en un personaje magnético con una interpretación que derrocha energía.

Con Rocknrolla Ritchie, que está rodando un filme sobre Sherlock Holmes con Robert Downey Jr. y Jude Law, no ha inventado nada que no haya hecho antes, pero no bajado el listón como en sus dos anteriores trabajos. En mi opinión más bien lo ha levantado un poco. Rocknroola sigue la línea de Snatch pero con un guión más sólido que cuenta una historia con más fondo, mejores personajes, mejor reparto y con un sentido del ritmo más medido. El montaje y los movimientos de cámara no son tan frenéticos, pero el ritmo de la película sí lo es, constuyendo un entretenimiento colosal sin renunciar a la calidad.

(c) 2008 Jordi Flotats