MONSTER X STRIKES BACK: ATTACK ON G8 SUMMIT

El último delirio de Minoru Kawasaki

Al director japonés Minoru Kawasaki le han llegado a llamar el Ed Wood de Japón por su amor por el cine más casposo y por los efectos especiales caseros. Su filmografía incluye títulos como Calamari Wrestler (2004), donde el protagonista es un calamar que se dedica a la lucha libre o el thriller Executive Koala (2005), que narra el ascenso al poder corporativo de un ejecutivo que es un koala de peluche de tamaño humano. Sólo los espectadores que compartan este amor descarado por el cine más freak y por la serie B oriental podrán disfrutar plenamente del cine de Kawasaki. Tengo que decir que yo soy uno de ellos.

En Monster X Strikes Back, Kawasaki ha realizado la segunda parte de una película realizada hace más de cuarenta años, Monster X from Outer Space (1967), en la que Gilala, un monstruo gigante que venía del espacio atacaba Japón. La película compartía todas las características de las películas de monstruos de la época, cuyo máximo exponente era Godzilla: efectos especiales de risa, con actores enfundados dentro del traje de monstruo entre maquetas para simular su gigantismo, interpretaciones de risa y un guión que bordeaba lo absurdo.

Monster X Strikes Back homenajea descaradamente este tipo de cine porque utilizando la misma fórmula; la película podría estar rodada 5 años después de su primera parte. En este caso Gilala aparece en la isla de Hokkaido en el archipiélago japonés (¡cómo no!) durante una cumbre del G8. Los líderes mundiales allí reunidos decidirán unir esfuerzos para derrotar al monstruo, proponiendo distintos planes adaptados a la mentalidad de cada país que irán fallando sucesivamente. Sólo un pueblecito dentro de un bosque que rinde culto a un dios local podrá afrontar la amenaza.

La película sigue todas las pautas ya comentadas; Gilala es un monstruo tan convincente como Godzilla, las escenas están hechas con más que obvias maquetas, de hecho algunos de los vehículos que destruye el monstruo son claramente coches de juguete; los personajes son planos, las situaciones absurdas y los diálogos delirantes: en definitiva, una gozada, ya que Kawasaki no plagia, parece un autor de los sesenta que ha viajado en el tiempo. Los únicos detalles realmente contemporáneos son los chistes con bastante mala idea a costa de los líderes mundiales de la cumbre, especialmente con el japonés, al que le vienen indisposiciones intestinales cada vez que debería confontar su opinión a la del presidente americano.

El único gancho comercial de la película es la presencia de “Beat” Takeshi Kitano, que aporta la voz y permite que usen su cara como modelo del dios local que salvará a Japón.

En definitiva, Monster X es una película fantástica para los amantes del cine de monstruos de los años sesenta y en general para los amantes de lo freak. Quien no cumpla con estos criterios es mejor que se abstenga si no quiere enfadarse viéndola.

(c) 2008 Jordi Flotats