POZOS DE AMBICIÓN (THERE WILL BE BLOOD)

Un épico y oscuro drama de Paul Thomas Anderson

Nunca he terminado de entender cómo se permiten las distribuidoras de cine en nuestro país unos despliegues de tan dudosa creatividad al rebautizar las películas de habla no castellana que van a estrenar. En mi opinión a veces se hace un flaco favor a la película poniendo nombres que más que atraer espectadores puede ser que los repelan. Y si atrae a alguno por el título, es fácil que pueda sentirse engañado al ver la película. Pozos de Ambición es un buen ejemplo de esto. Con este título a mi me trae reminiscencias a la serie Dallas o a Gigante más que a lo que realmente ofrece la película. Y es que su título original es There will be blood (Habrá sangre), bastante más ominoso y mucho más de acuerdo con lo que cuenta.

Pozos de Ambición es la última película de Paul Thomas Anderson después de cuatro años. Anderson es un director muy poco prolífico que en diez años sólo ha firmado cuatro títulos, pero que ha demostrado con ellos tener una voz propia y una forma de hacer cine muy personal. Como en casi todos sus filmes, Anderson se ha puesto el listón muy alto y no ha vacilado en arriesgarse rodando con grandilocuencia y grandes pretensiones. Y el resultado a mi entender ha sido muy bueno, Pozos de Ambición es una película excesiva, con aliento épico y personajes extremos, donde no se duda en mostrar los peores sentimientos y emociones humanos, con una fotografía, montaje y banda sonora espléndidos que colaboran perfectamente a darle un aire de cuento macabro.

La película tiene tres grandes ejes: uno es la epopeya capitalista de Daniel Plainview (Daniel Day Lewis), un hombre hecho a sí mismo que empieza excavando solo en un pozo en busca de petróleo y acaba por poseer un auténtico imperio de explotación y venta de crudo, otro es su enfrentamiento a lo largo del tiempo con Eli Sunday (Paul Dano), un joven predicador sin escrúpulos y el otro es el propio retrato del personaje, lleno de rincones oscuros.

El principio del filme narra de forma magistral y sin prácticamente diálogos los inicios de Plainview, primero excavando en solitario bajo unas durísimas condiciones un pozo en medio del desierto buscando indicios de petróleo, luego perforando de forma muy rudimentaria con muy poca gente; como adopta a un niño que iba con un perforador que murió en un accidente y como, años después y considerablemente más próspero, viaja con el niño, usándolo para presentarse como hombre familiar y se ofrece a explotar terrenos con su equipo a cambio de un porcentaje.

El punto de partida de la película tras la introducción es cuando un chico joven, Paul Sunday (Paul Dano) que vende a Plainview la localización de un territorio lleno de petróleo sin explotar. Cuando Plainview visita la zona, el pueblo de Little Boston, desértico y deprimido, verá que corresponde a la granja familiar de Sunday. El hermano gemelo de Paul, Eli Sunday le ayudará a medio engañar a su propio padre para comprarla a cambio de dinero para la construcción de una iglesia en la que él será el pastor. Dinero que nunca será pagado del todo y que junto a su mutua antipatía inicial y a las posiciones prominentes que irán ocupando en vida del pueblo, uno por ser responsable del aumento de la actividad económica con sus prospecciones y el otro por el éxito que cosecha su nueva iglesia entre la gente, propiciarán una enfrentamiento que durará años.

Durante la parte central de la película se nos cuenta la lucha de Plainview contra las grandes petroleras que quieren comprarle sus concesiones en Little Boston haciéndole chantaje con el ferrocarril, que también controlan y es el único medio para transportar el crudo. Plainview contraatacará intentando construir un oleoducto hasta el mar, haciendo el mismo la prospección para poder construirlo.

La película también se centra en la extraña relación de Plainview con los demás, con su hijo H.W. (Russell Harvard), que se queda sordo en un accidente y con Henry Brands (Kevin J. O'Connor) un hermano que ni siquiera sabía que tenía y que se presenta un día en busca de trabajo.

El auténtico carácter y motivaciones de Daniel Plainview, protagonista absoluto del film, se nos van revelando mientras se despliega la trama a través de indicios y conversaciones. Su apariencia de emprendedor y milagro del capitalismo esconden a un misántropo que sólo actúa movido por su propio interés y que usa a la gente, a la que en el fondo detesta, sin piedad alguna. Su sueño dorado es llegar a ser lo suficientemente rico para tener una gran mansión donde vivir y no tener que tratar con nadie. Su fiera competitividad y su afán por vengar las ofensas no se detienen ante nada ni nadie.

El carácter extremo del personaje lo hacen muy difícil de interpretar sin caer en el ridículo. Daniel Day Lewis, ganador de un Oscar por este papel, realiza un gran trabajo de caracterización, sobreactuando lo justo, derrochando carisma y llenando la pantalla en cada escena. Sin duda, su trabajo es clave para el buen resultado del film.

También debe destacarse la actuación de Paul Dano, en su papel de ambicioso predicador con pocos escrúpulos y mucha capacidad de manipulación con su actitud de oveja mansa son un buen contrapunto a Plainview. Los diversos enfrentamientos entre ambos personajes, mostrados con un retorcido sentido del humor, constituyen sin duda lo mejor del film.

La fotografía del film, también merecedora de un Óscar, contribuye a mostrar los desolados paisajes desérticos de una forma bellísima y contribuye en gran manera a darle al film su atmósfera ominosa. La banda sonora de Johnny Greenwood, suena muy extraña y poco adecuada en primera instancia, pero encaja perfectamente si se toma como un acompañamiento a los paisajes interiores de Daniel Plainview.

En conjunto no me queda sino recomendar Pozos de Ambición por su magnifica factura, interpretaciones e historia. No tuve problemas para conectar desde el principio con ella y contemplarla hipnotizado hasta el final sin mirar ni una vez al reloj, lo que dado los tiempos que corren no es moco de pavo.

(c) 2008 Jordi Flotats