TEKKONKINKREET

Un anime espectacular en forma y fondo

Tekkonkinkreet es la primera película como director de Michael Arias, especialista en efectos visuales que ha trabajado en Imagica, Sega, Dreamworks y Studio Ghibli y produjo The animatrix (2003).

La película está basada en el manga del mismo nombre de Taiyou Matsumoto y nace como proyecto en 1999, cuando fue leído por Michael Arias, que después de crear un nuevo software de gráficos por ordenador llamado Tone Shader, realizar con el mismo una versión piloto de la película y haber colaborado con el estudio de animación japonés Studio 4°C para la producción de Animatrix, logró convencer al estudio para que realizara el proyecto con él mismo como director.

Tekkonkinkreet, un juego de palabras con las palabras japonesas para ‘cemento’, ‘hierro’ y ‘músculo’, para dar al espectador una sensación de grandes ciudades, opresoras de la libertad e imaginación de sus habitantes, sitúa la acción en Ciudad Tesoro, una barriada de una gran megalópolis. En Ciudad Tesoro viven en un coche abandonado Kuro (Negro) y Shiro (Blanco), dos chicos huérfanos de la calle, duros y resueltos, que pasan el día en ella luchando por sobrevivir robando y estafando y manteniendo el territorio libre de amenaza de otras bandas juveniles. Kiro y Shiro son a partes iguales, superhéroes, huérfanos callejeros y niños inocentes: pueden prácticamente volar y su habilidad con un bate o tubería no conoce rival. Desde el principio de la película saben que su mundo, Ciudad Tesoro está cambiando y no precisamente para mejorar. Kuro es un niño de la calle, endurecido y dispuesto a todo para tirar adelante, Shiro en cambio es la otra cara de la moneda, protegido por Kuro, mantiene intacta su inocencia infantil y tiene una extraña sintonía con lo que ocurre en el barrio. Shiro y Kuro mantienen una relación muy intensa, se complementan y se necesitan el uno al otro para sobrevivir.

Está en marcha una gran operación de especulación inmobiliaria que pretende derrumbar una gran parte del barrio para construir un gigantesco parque temático, controlada por la mafia local y ejecutada por dos mafiosos: Rat, un gángster maduro que se resiste al cambio y Snake, un entusiasta de la operación que simboliza la venida de los nuevos malos tiempos. Entre ambos está el lugarteniente Kimura, que primero trabajará para uno y luego para el otro. En seguida ven en las bandas y chicos de la calle una molestia a erradicar para que su plan sea posible, lo que hará más difícil la vida a Shiro y Kuro.

El propio barrio de Ciudad Tesoro es un personaje central de la película, ruidoso, abarrotado y barroco, lleno de cables colgando y un laberinto de azoteas y patios sobre los que circulan los chicos de la calle, una especie de Tokio de ensueño. El barrio representa el escenario de la pérdida de inocencia de los protagonistas, el campo de batalla entre esa inocencia y las fuerzas de la especulación y la codicia.

La factura técnica de la película es impecable, los fondos tienen un nivel de detalle y realismo tremendo, el diseño de los personajes, realizado por Shoujirou Nishimi, que ya había colaborado en la fantástica Mind Game (2004) es muy acertado, ya que los personajes contrastan muy bien con el fondo y tienen una gran expresividad. Asimismo su diseño facilita mucho la cinética, los personajes se mueven muy bien, y eso es especialmente importante en una película con fragmentos tan trepidantes como esta.El movimiento de la cámara también es un apartado que destaca en la película. El movimiento de cámara y los encuadres se ajustan perfectamente a cada tipo de escena para transmitir lo que el director quiere en cada momento. Es especialmente destacable el trepidante estilo en que se muestran las persecuciones, la cámara sigue a los personajes mientras se mueven por los tejados.

Pero el apartado técnico, aunque impresionante, es menos relevante que la magnífica historia que la película nos propone: una fábula sobre la inocencia perdida, sobre el paso del tiempo, con unos personajes esbozados a veces con pocos trazos pero dotados de humanidad y credibilidad. Todo eso conforma una película notable, una de las propuestas, animación o no, más estimulantes de este año.

(c) 2007 Jordi Flotats