CLIFF WALKERS

Zhang Yimou amplía su ya amplísimo repertorio de estilos con un thriller de espionaje ambientado en la década de 1930 que refleja su preocupación por la estética.

Zhang Yimou es un de los directores de cine chinos con más proyección internacional. Desde su debut en 1988 con Sorgo Rojo, ha dirigido todo tipo de películas con mayor o menor éxito. Desde el drama (Ni uno menos), pasando por la comedia (magnífica Keep cool), el wuxia reinventado (Hero, La casa de las dagas voladoras), un remake de Sangre fácil reimaginado como una pieza de época (Una mujer, una pistola y una tienda de fideos) o un blockbuster totalmente fallido (La Gran Muralla). En 2021 ha estrenado dos trabajos; Un segundo, una obra ambientada en la China de Mao con muy buena acogida crítica pero que le ha traído problemas con el suspicaz gobierno chino y Cliff Walkers una incursión en el thriller de espionaje, un género que le faltaba en su colección. Yimou siempre ha demostrado una gran preocupación por la estética y el aspecto visual de su cine, pero en Cliff Walkers ha llevado esa preocupación al máximo; ha creado una obra visualmente preciosa en cada plano que en el aspecto argumental está construida sobre terreno ideológico firme con las autoridades chinas.

La película se ambienta en la década de 1930 en el estado de Manchukuo (se traduciría como Estado de Manchuria). Este estado, situado al norte de la actual China en su frontera con Rusia (en la época la Unión Soviética), fue un estado títere del Imperio Japonés hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El país fue conquistado en 1931 por los japoneses, que luego instalaron un emperador chino y dejaron un gobierno chino sometido a sus intereses. La película arranca muy fuerte; cuatro paracaídistas son lanzados a un bosque completamente nevado. Son dos hombres y dos mujeres chinos pertenecientes al Partido Comunista y entrenados en la Unión Soviética: Zhang (Zhang Yi), su esposa Yu (Qin Hailu), Chuliang (Zhu Yawen) y su esposa Lan (Liu Haocun). Han sido enviados a Manchukuo con una misión secreta. Los espías son dos matrimonios, pero para asegurar el cumplimiento de la misión por encima de todo, se separan en dos grupos, cada uno con la pareja del otro. Los dos grupos actuarán por separado, buscando distintos apoyos locales de la organización para aumentar las probabilidades de éxito.

Pero la operación tiene problemas desde el inicio; uno de los miembros de su organización ha sido detenido y ha revelado detalles de la llegada de los espías. El oficial de inteligencia Gao (Ni Dahong) ha enviado a sus hombres para que se hagan pasar por los que tenían que recibir a los paracaidistas. Su esperanza es que, antes de detenerlos, les revelen más detalles de su misión y de su organización local. Además Gao sospecha que hay un topo en su departamento y piensa usar esta operación para dar con él. Cuando aterrizan los espías, Zhang y Lan se dan cuenta de inmediato que los que los han recibido no son de los suyos; tras una lucha se deshacen de ellos e intentan llegar por su cuenta a la ciudad. Chuliang y Yu en cambio se van con los que simulan ser colaboradores suyos. Pero no todo está perdido para ellos, porque uno de los oficiales de inteligencia de las autoridades, Zhou (Yu Hewei), es efectivamente un agente doble y tratará de ayudarlos sin ser descubierto.

Cliff Walkers es una película cuyo punto fuerte es su realización. Todos los valores de producción y dirección son excelentes. La fotografía de Xiaoding Zhao se recrea en los paisajes densamente cubiertos por la nieve, que cae abundante en buena parte del metraje. El rico vestuario y los decorados nos llevan a la década de 1930 a una ciudad que mezcla lo chino con lo ruso de forma exótica. Decorados como el de un cine, una tienda, una mansión abandonada hoteles o las propias oficinas, están creados una gran atención al detalle y al diseño. La banda sonora de Yeong-wook Jo, con detalles de armónica que recuerdan a Ennio Morricone, acompaña perfectamente a las imágenes y da el tono correcto a la narración. También me gustó mucho el diseño de las escenas de acción, realista y estético a la vez.

Argumentalmente la película es entretenida; su trama de engaños, traidores, espías dobles es convulsa y complicada. Se puede seguir, pero en algún momento conviene estar atento. Esto hace que el desarrollo de los personajes sea muy limitado. Durante la película sabemos poco de ellos; sólo algún detalle melodramático, como los hijos de Zhang y Yu, que quedaron abandonados en Manchukuo cuando sus padres se tuvieron que ir y ahora sobreviven como pueden en las calles heladas. A pesar de eso los actores realizan buenos trabajos dentro de los márgenes que les permite el guion.

Como la mayoría de grandes producciones chinas ambientadas en el siglo XX, Cliff Walkers tiene sus momentos de propaganda, donde se loan a los héroes de la revolución, se enfatizan las atrocidades japonesas -que sin duda existieron- y se olvidan las propias. Pero no se insiste mucho en este apartado, sólo son menciones aisladas que no toman nunca el protagonismo.

Cliff Walkers no es una película profunda de las que deja mucha huella tras verla, pero sí que resulta una experiencia visual y sonora fantástica. La trama resulta entretenida e ingeniosa, pero lo que destaca muchísimo es el virtuosismo a la hora de poner en imagen y sonido la narración. Sólo por eso ya me parece recomendable su visionado a todo el mundo.