Charlie Kaufman aprovecha la libertad que otorga Netflix a los autores que produce para crear una película absolutamente personal, visualmente arrolladora e imaginativa, pero también terriblemente triste y contemplativa. La película cuenta con grandes actores y valores de producción, pero su particular narrativa y final abierto a interpretaciones desafían al espectador.
Charlie Kaufman es uno de los escritores más personales de Hollywood. Sus primeros guiones fueron llevados a la pantalla por directores tan iconoclastas como él mismo: Cómo ser John Malkovich y Adaptation por Spike Jonze y ¡Olvídate de mí!
por Michael Gondry. Las tres películas demostraron ser imaginativas, divertidas y especialmente la última, también capaces de cambiar a registros más tristes y dramáticos. Estos éxitos le ganaron reconocimiento y le abrieron la posibilidad de dirigir sus propias historias. Su primera película como director, Synecdoche, New York estaba cargada de ideas, pero en mi opinión no supo trasladarlas dentro de una historia con sentido. Anomalisa, su segundo trabajo, me gustó mucho más. Realizada usando animación stop-motion, la película usaba a la perfección ese formato para retratar un personaje hundido que vive una intensa historia romántica. Su tercer trabajo, Estoy pensando en dejarlo, distribuida por Netflix, adapta una novela de terror psicológico de Iain Reid traslandándola a su particular modo de narrar y haciendo que la historia sea más abierta, más ambigua e abierta a diferentes interpretaciones.
La película arranca con una larga secuencia en la que una joven pareja viaja en coche por una zona agrícola en plena nevada. Oímos en off los pensamientos de ella (Jessie Buckley), que arrancan con "estoy pensando en dejarlo", que tanto se puede interpretar como una tendencia suicida (especialmente en el "I'm thinking of ending things" del inglés original) como la voluntad de terminar una relación que, a pesar de llevar sólo seis semanas en marcha, parece funcionar sólo por la inercia. A pesar de su melancolía, ella parece ser mucho más vivaz que su novio Jake (Jesse Plemons), un tipo serio y culto cuya manera de demostrar sus conocimientos parece ser capaz de estancar cualquier conversación. Durante el viaje mantienen una conversación no demasiado fluida pero muy erudita sobre temas tan diversos como Moussolini y el mito de que hizo que los trenes pasaran a su hora, Wordsworth, David Foster Wallace o el musical Oklahoma!. El punto álgido del viaje es cuando ella recita el precioso poema Bonedog, que trata sobre el horror de volver a una casa a la que no se quiere regresar, prisionero de una rutina odiada. Lo hace pasar por suyo, a pesar que después se nos mostrará que en realidad es del libro Rotten Perfect Mouth de Eva H. D., y a Jake le provoca la única emoción que vemos en él hasta el momento.
Cuando finalmente llegan a la granja de los padres de Jake, la película da un giro; la granja, en medio de una ventisca invernal, luce abandonada y decadente, con ovejas muertas y congeladas en el establo. Los padres, cuando finalmente aparecen, no tienen tampoco muy buena pinta; el padre, interpretado por David Thewlis es un hombre mayor con una sonrisa algo errática y la madre, interpretada por Toni Collette, una mujer ansiosa y sobreprotectora con su hijo. A partir de una cena terriblemente incómoda, la narración empieza a dar un giro surrealista; los padres aparecen con diferentes edades: más o menos jóvenes, de mediana edad o muy ancianos y dependendientes. Ella cambia de nombre, de profesión y de su pasado. Intercalados con esta extraña visita se nos ofrecen fragmentos de la vida de un empleado de mantenimiento de un instituto bastante anciano mientras realiza sus tareas en el edificio mientras los alumnos ensayan en el teatro la representación de Oklahoma!.
La tercera parte de la película es aún más críptica; ya de noche la pareja abandona la granja para volver a casa en plena nevada. Pasan por una heladería abierta 24 horas y acaban en el instituto que hemos ido viendo en las secuencias intercaladas, donde la chica se reúne con el conserje en un final tan emocionante como enigmático.
Por lo que he escrito hasta ahora es evidente que la película no cuenta un argumento de forma lineal. Además tiene toques surrealistas puestos al servicio de lo que nos quiere contar su director y guionista y su conclusión está intencionadamente abierta a interpretaciones. Normalmente no me entusiasman demasiado este tipo de filmes, pero Estoy pensando en dejarlo lo ha hecho. Visual y narrativamente la película me ha parecido tremendamente inmersiva, usando estilos narrativos diversos; planos muy estáticos durante las secuencias de viaje en coche, un lenguaje que conecta con los filmes de terror durante la visita a la casa de los padres y una inesperada pero bienvenida explosión de color al final.
Desde Olvídate de mi Charlie Kaufman ha ido oscureciendo el tono de sus historias; allí las relaciones románticas duraderas se mostraban prácticamente como un ideal inalcanzable, pero paradojalmente la historia se narraba de forma romántica. Estoy pensando en dejarlo tiene un tono mucho más negro. En ella se nos enfrenta al final inevitable de todas las cosas: las relaciones, a través de incómodamente fallida conexión entre los dos protagonistas; la decadencia y la demencia, a través de los padres, bellamente retratada en una serie de instantáneas que saltan en el tiempo y que transcurren en diferentes estancias de la casa y quizás finalmente de la propia vida, a través de la enigmática escena final. También nos enfrenta al terror de las rutinas adquiridas más por la fuerza del hábito que por el placer de ejecutarlas, con ese conserje anciano que probablemente es el protagonista auténtico de la película-
Aunque la he comparado con Olvídate de mi, Estoy pensando en dejarlo me ha parecido una película inferior. Aunque los actores me han gustado mucho y la puesta en escena me ha parecido brillante, me dio la sensación que Charlie Kaufman se enamoró un poco demasiado de su guion, porque aparte de la historia, sus intereses y obsesiones están quizás demasiado presentes, haciendo que algunos fragmentos se alarguen un poco demasiado y no aporten mucho al conjunto. Y aunque me gustaron y me emocionaron algunas de sus escenas, la narración me pareció un poco demasiado hermética. Seguramente el hecho que Netflix haya producido la película le ha permitido esta libertad a la hora de hacerla a su medida, algo que irónicamente quizás no haya beneficiado del todo al resultado final.
Con todo, Estoy pensando en dejarlo me ha gustado, me ha hipnotizado y emocionado a ratos. Charlie Kaufman demuestra en ella su imaginación desbordante a la hora de narrar historias y crear personajes y situaciones. Aunque una historia tan triste quizás no es el mejor complemento de un año tan malo como 2020, esta creo que merece la pena verla.
(c) 2020 Jordi Flotats
Ficha Técnica:
- Título original: I'm Thinking of Ending Things
- Año: 2020
- Duración: 2h 14min
- País: USA
- Director: Charlie Kaufman
- Guion: Charlie Kaufman, Iain Reid
- Productor: Stefanie Azpiazu, Anthony Bregman, Peter Cron, Charlie Kaufman, Matt Levin, Iain Reid, Robert Salerno, Gregory Zuk
- Fotografía: Lukasz Zal
- Montaje: Robert Frazen
- Música original: Jay Wadley
- Reparto: Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette, David Thewlis, Guy Boyd, Hadley Robinson, Gus Birney, Abby Quinn, Colby Minifie, Anthony Robert Grasso, Teddy Coluca, Jason Ralph, Oliver Platt, Frederick Wodin, Ryan Steele, Unity Phelan, Ashlyn Alessi, Monica Ayres, Varvara Cardenas, Dj Nino Carta, Julie Chateauvert, Liggera Edmonds-Allen, Brooke Elardo, Austin Ferris, James Glorioso Jr., Thomas Hatz, Dannielle Rose, Kamran Saliani, Albert Skowronski, Ira Temchin
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