ANTEBELLUM

El horror de la esclavitud sigue vigente en esta película con la que debutan Gerard Bush y Christopher Renz. La película, abiertamente política y reinvindicativa, traza un paralelismo entre la actualidad y el pasado no tan lejano de Estados Unidos en clave de thriller de terror con giro sorprendente.

Aunque no hay duda que el bando de la Confederación perdió la Guerra Civil en Estados Unidos, tampoco la hay en que esa derrota no trajo los cambios necesarios en la sociedad estadounidense. Ese grupo de estados situados al sur del país tenían una economía basada en el trabajo esclavo de centenares de miles de personas secuestradas y vendidas básicamente desde África y de sus descendientes. Pero a pesar de la derrota y de la abolición de la esclavitud en el país, pronto se desarrollaron legislaciones estatales que perpetuaban la segregación y la explotación económica de los antiguos esclavos mientras en paralelo se desarrollaba una narrativa romántica que pintaba la causa del Sur como una causa perdida y ofrecía una visión nostálgica de la vida en las plantaciones -la vida de los blancos, está claro-. Esta narrativa pervive en películas como Lo que el viento se llevó o en el uso de la bandera confederada entre otras cosas. Antebellum, la ópera prima de los directores Gerard Bush y Christopher Renz, es una mezcla de thriller y horror que pone en evidencia estos temas, así como el racismo estructural en Estados Unidos. El estreno de la película se vio retrasado por la pandemia global de COVID-19, pero el posterior estallido del movimiento Black Lives Matter y la oleada de protestas contra la violencia policial contra la minorías raciales la ha puesto de total actualidad.

Fiel a su título (el tiempo antes de una guerra, especialmente la Guerra Civil americana), la película arranca en una plantación sureña que se pinta con una imagen bucólica; extensiones de césped y jardines inmaculados, una niña blanca con un vestido amarillo que juega despreocupada bajo la mirada amorosa de su madre, campos fértiles al lado de una mansión. Pero la cámara continua moviéndose hasta los campos donde trabajan los esclavos, cuyas sonrisas a los soldados que los controlan no esconden su pavor, y hasta detrás de los campos, donde el capitán Jasper (Jack Huston) del ejército de la Confederación ejecuta brutalmente a una mujer que trataba de huir delante de su marido. En esa plantación los esclavos ni siquiera pueden hablar entre sí sin permiso y los castigos se aplican de forma brutal. Allí está la protagonista de la película, una esclava (Janelle Monáe) que vive en una barraca donde la visita frecuentemente el general confederado (Eric Lange) que parece controlar la vida en la plantación. Esas visitas implican violaciones y castigos corporales desproporcionados que amenazan con romper su espíritu. Pero a pesar de todo ella parece estar preparando un plan para intentar escapar de ese infierno.

En un punto determinado la acción se traslada bruscamente a la actualidad, donde Monáe interpreta a una académica, autora de un libro que reinvindica la figura doblemente discriminada de la mujer negra. El libro ha logrado atraer la atención popular, hasta el punto de ser invitada a debates televisivos donde tiene que defender su posición frente a figuras mucho más reaccionarias. También le vale una invitación a dar una conferencia que en una convención universitaria que se celebra en una ciudad del Sur estadounidense. Acude, planeando un viaje relámpago para no tener que estar mucho tiempo alejada de su esposo y su hija. Aparte de realizar con éxito la conferencia, aprovecha el viaje para reencuentrarse con amigas y salir a cenar con ellas, pero cuando menos se lo espera, su situación se complicará mucho.

Sin querer hacer ningún spoiler Antebellum tiene una estructura narrativa que ata perfectamente las dos partes de la película -plantación y era moderna- con un giro a lo M. Night Shyamalan que personalmente me sorprendió positivamente. A través de su estructura de film de horror la película muestra perfectamente el miedo que tienen los ciudadanos de raza negra a perder sus libertades o sus vidas a manos de figuras de autoridad, o ya simplemente a expresar esos miedos y reivindicar sus libertades, trazando un paralelismo entre la esclavitud, donde todo era evidente, y la actualidad, donde todo está disimulado, pero no menos vigente. También liga el supremacismo blanco, que gracias a la admistración Trump parece haber perdido la vergüenza de mostrarse en público, con la nostalgia por ese pasado tóxico. La cita inicial de William Faulkner, "el pasado nunca muere, ni siquiera es pasado", resulta perfectamente pertinente respecto a la trama, pero también respecto a lo que nos quieren contar los autores.

La película funciona muy bien gracias a la dirección y el guion de Gerard Bush y Christopher Renz y a la buena actuación de Janelle Monáe, carismática y que sabe transmitir muy bien esos miedos y la realidad de la lucha diaria de las personas negras en Estados Unidos, tanto en los momentos de racismo evidente como en los más disimulados. La película funciona muy bien dentro del género de terror también, su principio es escalofriante y su final es tenso y está lleno de grandes imágenes. Buena parte del mérito la tiene la banda sonora de Nate Wonder y Roman Gianarthur, que sabe transmitir inquietud en los momentos aparentemente tranquilos. Sólo en algunos momentos la película me chirrió un poco; el retrato familiar de la académica me parece demasiado idílico, muy de anuncio y la química entre las tres amigas que van a cenar no me pareció muy lograda.

Con todo, Antebellum me ha parecido una buena película, muy recomendable, que pone sobre la mesa temas que necesitan ser tratados, como el racismo sistémico y la glorificación de un pasado que sólo puede calificarse como oscuro y vergonzoso. Y lo hace entreteniendo y horrorizando, siguiendo la tradición del cine de género de encapsular su mensaje político dentro de una trama trepidante.

(c) 2020 Jordi Flotats