Sitges 2019: Crónica del Viernes 4

Crónica del segundo día del Festival de Sitges 2019. Películas vistas: The Lodge, Ready or Not (Noche de Bodas), Suicide Tourist, Once Upon a Time in London y Paradise Hills

Portada del diario del Festival del Viernes 4/10/2019 Hoy el director Vincenzo Natali, que ayer presentó In the Tall Grass, su última película, en la Inauguración del Festival ha estado presente en el acto de apertura de Sitges Pitchbox, un actividad incluida en Sitges Film Hub, la parte del Festival dedicada a la industria del cine. Natali ha realizado una introducción de su carrera en un acto que consiste en la presentación de siete proyectos de largometraje de ficción de género fantástico en una defensa de pitch.

Otra de las actividades de Film Hub, son los Sitges Encounters, unas charlas de acceso gratuito con aforo limitado, para poder conocer de cerca figuras destacadas del cine de género. Glenn Danzig, uno de los iconos punk-rock con su grupo The Misfits, que se estrena este año como director de cine con Verotika, ha inaugurado la primera sesión. Gran conocedor del género de terror que inspira su música, adapta en este film tres historias escritas por él mismo que fueron publicadas en el editorial de cómics para adultos Verotik. Fuertes dosis de sexo y violencia, orquestadas bajo una banda sonora del mismo Danzig.

Pero el protagonista mediático del dia ha sido Nikolaj Coster-Waldau, el actor que da vida a Jaime Lannister en la serie Juego de Tronos. Coster-Waldau está en Sitges presentando Suicide Tourist, una producción danesa dirigida por Jonas Alexander Arnby (director de Cuando despierta la bestia, que participó en el Festival en el 2014). El actor ha destacado que le atrajo su papel en la película y ha valorado positivamente participar en una producción de su país natal. Por la tarde ha protagonizado un multitudinario Red Carpet antes del pase de la película en el Auditori donde se ha fotografiado con todo el mundo, demostrando gran paciencia y educación.

Yo empiezo el día por la mañana viendo The Lodge, de los directores austríacos Severin Fiala y Veronika Franz, en el Auditori. La película transcurre casi por completo en una casa situada en una zona boscosa remota durante la época de Navidad. Allí van a pasar unos días Richard (Richard Armitage), su hija de unos diez años Mia (Lia McHugh), su hijo adolescente Aidan (Jaeden Martell) y su nueva novia Grace (Riley Keough). Los niños no están nada entusiasmados por la presencia de Grace, a la que culpan de la muerte de su madre, por lo que cuando Richard los deja unos días para ir a trabajar la situación se vuelve muy incómoda. Grace además es una joven con un pasado traumático, fue criada en una secta cristiana cuyos miembros se acabaron suicidando. Actualmente está medicándose para tratar con las secuelas psicológicas. Teniendo en cuenta esto, el aislamiento en una casa que aún conserva muchas trazas de la madre de unos niños que la tratan con frialdad extrema, no la beneficia nada. Pronto empiezan a suceder cosas extrañas; tiene problemas para dormir, quizás se mueve por la casa en sueños; algunas cosas cambian de lugar misteriosamente. Pero todo empieza a ir seriamente mal cuando se despiertan una mañana sin electricidad ni calefacción y con su ropa de abrigo desaparecida. Grace empieza a dudar, ¿se está volviendo loca o los fantasmas de su pasado le piden retribución?

Nikolaj Coster-Waldau The Lodge es una película de terror con muchos elementos psicológicos rodada de una forma elegante y fotografiada con maestría. La película no juega con los sustos sino con las atmósferas ominosas que crea. Severin Fiala y Veronika Franz han creado una historia muy negra con unos personajes tan heridos y traumatizados como moralmente ambiguos que después han puesto en imagen con un estilo frío que le va muy bien. El argumento se desarrolla con ritmo pausado -quizás un poco demasiado-, lo que requiere algo de paciencia al espectador, porque el climax no llega hasta el último tercio de la historia. Los actores protagonistas, los dos niños y Riley Keough, realizan interpretaciones muy buenas que apuestan por la contención. Su final me pareció muy satisfactorio, atando todos los cabos de la historia con un climax explosivo. Si la película fuera algo más corta me hubiera gustado aún más, pero en conjunto me pareció muy buena.

Sin parar a respirar, vuelvo a entrar al Auditori para ver Ready or Not (Noche de Bodas), de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, dos directores jóvenes conocidos por grabar el segmento 10/31/98 de la cinta de terror V/H/S. La película sigue a Grace (Samara Weaving), una joven que se acaba de casar con su novio Alex (Mark O'Brien). Alex pertenece a la familia Le Domas, fabulosamente rica gracias a la empresa de juegos que posee. La familia tiene una tradición que siguen al pie de la letra: cada vez que uno de ellos se casa, en la noche de bodas, la nueva incorporación tiene que elegir una carta al azar de un mazo antiguo. En la carta se especifica el juego al que tienen que jugar para que la persona sea oficialmente aceptada en el clan. En general el juego es inocuo -damas, ajedrez,...-, pero hay una posibilidad que el juego sea el escondite, y en ese caso los Le Domas tienen que cazar al novio o novia hasta muerte antes que acabe la noche, porque si no serán ellos los que mueran. Grace tiene la mala suerte de elegir la carta del escondite, así que sus suegros Tony y Becky (Henry Czerny y Andie MacDowell), sus cuñados Daniel, Emilie, Charity y Fitch (Adam Brody, Melanie Scrofano, Elyse Levesque, Kristian Bruun) y la tía Helene (Nicky Guadagni) la perseguirán para darle caza, pero Grace no se lo pondrá fácil.

Ready or Not (Noche de Bodas) es una divertida mezcla de comedia negra y slasher sin muchas más pretensiones que las de divertir y, al menos en mi caso, lo consiguió de sobras. Tras una breve introducción de los personajes en la boda, celebrada en la mansión familiar, se pasa al juego mortal, que se alarga durante toda la noche en una serie de peripecias y persecuciones dentro y fuera de la laberíntica mansión. Aparte de que los muy ricos son una especie aparte, con una mentalidad muy distinta a la de la gente ordinaria, la película no tiene mucho más mensaje; construye muy esquemáticamente los personajes y los pone al servicio de la persecución. Pero esa simplicidad no impide que los chistes tengan gracia, que el reparto cumpla perfectamente con el cometido de divertir y que las secuencias de acción sean sangrientas y estén muy bien resueltas. Destaca Samara Weaving por su fuerza y carisma a la hora de dar vida a la protagonista. En definitiva, Ready or Not (Noche de Bodas) no pasará a la historia del cine pero si que garantiza una hora y media de diversión, que no es poco.

Jonas Alexander Arnby presentando Suicide Tourist en Sitges Por la tarde continuo en el Auditori para ver Suicide Tourist, del director danés Jonas Alexander Arnby, que ya presentó su anterior trabajo When Animals Dream en la edición de 2014 del Festival. La película está protagonizada por el también danés Nikolaj Coster-Waldau, famoso por su papel en Juego de Tronos. Director y actor estuvieron en la sala para presentar la película tras un Red Carpet con la presencia de numerosos fans de la serie. En Suicide Tourist el actor da vida a un hombre que se dedica a investigar fraudes de seguros que tiene un tumor cerebral. Cuando empieza la historia, le comunican que el tratamiento que estaba siguiendo no ha surtido efecto; pronto se le empezarán a manifestar los síntomas más graves y sufrirá un deterioro catastrófico. Investigando la desaparición de un hombre que tenía un seguro de vida que ahora reclama su esposa, se entera de la existencia de un lugar donde se facilita la muerte a los que la deseen, ayudándoles a cumplir sus fantasías. Sin decirle nada a su esposa Lærke (Tuva Novotny), a la que quiere mucho, ingresa en ese centro para para evitarle ver su agonía. El centro está en un idílico lugar cerca de la montaña y el mar; su personal es amable y tranquilo. Todo parece un sueño, pero pronto el protagonista se empezará a plantear si el lugar permite echarse atrás en caso que se desee continuar viviendo.

Suicide Tourist es una película lenta y atmosférica; la historia se desgrana con paciencia, presentando a un protagonista completamente introvertido que lucha por mantener el control sobre su cuerpo y a su esposa, una mujer vital que intenta ayudar a su marido tanto como puede. Una vez en el centro de suicidios, la película empieza a entrar en el terreno de lo enigmático, ya que lo que vemos, lo hacemos desde el punto de vista de un hombre cuyas percepciones pueden verse afectadas por el tumor cerebral que lo aqueja. En este punto la película tiene varios momentos e imágenes perturbadores y exige al espectador que le encuentre sentido a lo que ve. El final, en apariencia enigmático, cierra la historia de forma satisfactoria. Aunque bien interpretada e dirigida, Suicide Tourist me ha parecido demasiado lenta, con un tramo demasiado largo entre que el protagonista ingresa en el centro y que realmente empiezan a suceder cosas. Con todo la historia no deja de ser interesante y la realización de la película impecable.

Simon Rumley A las 20:30 acudo al Retiro para ver Once Upon a Time in London, del británico Simon Rumley. Rumley estuvo presente en la sala para presentar la película. El director comentó la influencia de Once Upon a Time in America en su película, una historia de gangsters ambientada en el Londres de las décadas de los 30, 40 y 50 del siglo pasado. También destacó que pese a tener poco presupuesto se había rodado en locales históricos de la capital británica. Unos locales que probablemente dentro de diez años ya no existirán. La película arranca en la década de 1930 y va siguiendo a dos delincuentes habituales mezclados en todo tipo de asuntos: robos, extorsiones, apuestas ilegales y prostitución. Uno es Jack 'Spot' Comer (Terry Stone), una auténtica fuerza de la naturaleza; no conoce el miedo, es carismático y ambicioso. Su aspiración es ser el 'rey de los delincuentes' y controlar la mayor parte de Londres. A través de las décadas la película cuenta cómo su estrella crece hasta conseguirlo. El otro protagonista es Billy Hill (Leo Gregory), un ladrón que va entrando y saliendo de la cárcel, lo que le impide ganarse un lugar destacado entre las bandas. Todo cambia cuando decide ofrecer sus servicios a Jack Comer; dentro de su organización destaca y se vuelve ambicioso.

Once Upon a Time in London es tiene muy buenas intenciones, pero en conjunto me pareció una mala película. El argumento carece de foco; una voz en off nos va guiando de salto temporal en salto temporal, de los años 30 a los 50, con una multitud de personajes de los cuales no llegamos a saber nada. Incluso los dos protagonistas son en cierto modo un misterio para el espectador; sabemos poco de sus historias familiares, de sus vidas y de sus negocios. La película presenta una sucesión larguísima de viñetas de robos y peleas entre bandas rivales; a puñetazos, navajazos y golpes. Siempre con el cuidado de no matar a nadie -demasiada atención, demasiada cárcel-, sin casi armas de fuego y con un sistema jerárquico basado a medias entre el miedo y el respeto por los jefes. Todo esto está rodado de forma competente, pero la ambición supera con mucho el presupuesto, los escenarios se ven demasiado espartanos y siempre aparecen los mismos lugares. Del mismo modo los protagonistas parecen no envejecer, tienen siempre la misma cara.

Alice Waddington presentando Paradise Hills en Sitges Termino un día muy largo yendo al Auditori a ver Paradise Hills, de la directora bilbaína Alice Waddington. La directora estuvo en la sala para presentar su película. Declaró que era muy aficionada a la ciencia-ficción y a la fantasía desde niña, pero que en esas historias que leía no encontraba personajes con los que identificarse. La película es una coproducción entre España y Estados Unidos, rodada en inglés y con un reparto internacional muy atractivo. La historia tiene lugar en un futuro indeterminado donde la división entre ricos y pobres es completamente dramática. En este entorno, la joven Uma (Emma Roberts) es ingresada a la fuerza en una misteriosa institución situada en una isla. Su madre quiere forzarla a casarse con un joven muy rico, pero ella está enamorada de otro de clase baja. En la isla, gobernada por la misteriosa Duquesa (Milla Jovovich), recibe una alimentación controlada y clases destinadas a que acepte su lugar en la sociedad. Allí se hará amiga de Amarna (Eiza González), una cantante superfamosa que quiere grabar su propio material; de Chloe (Danielle Macdonald) una chica con sobrepeso pero sin complejo por ello y de Yu (Awkwafina), una chica adoptada por sus tíos de clase alta que tiene problemas para adaptarse. A medida que pasan los días van comprendiendo que lo que sucede en realidad en la isla es aún más siniestro de lo que parece.

Paradise Hills presenta una propuesta visual tan apabullante como bonita. La película está saturada de colores; verde, rosa, blanco. Los vestuarios de inspiración victoriana son espectaculares y combinan perfectamente con los entornos idílicos de una isla llena de vegetación y cuidados jardines que envuelven edificios entre modernos y kitsch. Las chicas reciben estímulos para reeducarlas en un entorno de realidad virtual mientras están subidas a un caballito de tiovivo suspendido del techo de una habitación gigantesca. Este envoltorio visual alucinante esconde una historia que ensalza la individualidad y la libertad personal y critica la superficialidad. Algo un poco contradictorio teniendo en cuenta que la película tiene como bandera su estética. Pero eso queda en parte compensado por un buen reparto y las relaciones de amistad que surgen entre las protagonistas, que acercan al espectador a la película. Paradise Hills es una película que visualmente me pareció espectacular, me gustó mucho. La historia -con guion de Nacho Vigalondo-, no me gustó tanto, pero si se lee en clave de cuento de hadas y se perdona un final algo precipitado, no estropea demasiado el conjunto.

(c) 2019 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 13/10/2019 12:11:23