Crónica del Sábado 6/10/2018

Tercer día del Festival. Películas vistas: Aterrados, Piercing, The Night Comes for Us y Mandy




Hoy el día en Sitges ha estado colmado de eventos. Arrancaba la mañana con la apertura de la Carpa Movistar+, dedicada a la nueva producción de la cadena, VR Virtual Hero. El acto ha estado animado con la presencia de decenas de adolescentes que han coreado la entrada del director de la nueva producción animada, Alexis Barroso y, sobre todo, la de uno de los youtubers más influyentes del momento, Rubius. La serie, basada en cómics del youtuber, narra las aventuras del propio Rubius en un contexto virtual, en el que su personaje tendrá que liberar a los mejores 'gamers' que se encuentran atrapados en un mundo conocido como Trollmask. Pero el protagonista no estará solo, en la historia contará con la ayuda de la guerrera Sakura, la zombi Zombirella, el fantasma Slimmer y la inteligencia artificial de G4t.

También, como ya es tradición, se ha celebrado la Sitges Zombie Walk, con la habitual presencia masiva de aficionados que han hecho quilométricas colas para ser maquillados como muertos vivientes. Este año el gran Ron Perlman se ha encargado de dar el pistoletazo de salida al evento.

Hoy se ha echo entrega de los Premios SGAE-Nova Autoría 2018, que premian el talento emergente de las escuelas de cine catalanas, en el marco de la sección Noves Visions del Festival. El cortometraje Jauría, de Gemma Blasco, presentado por la Escola de Cinema Bande à Part, ha obtenido el Premio SGAE Nueva Autoría a la mejor dirección-realización; el Premio al mejor guión ha sido para Ciutat i Selva, de Aleix Abulí, de la Universitat Pompeu Fabra; y Dot, dirigido por Natasha Arizu, de la Escola de Cinema de Barcelona (ECIB), ha obtenido el Premio SGAE Nueva Autoría a la mejor música original.

Pero el protagonista mediático absoluto del día ha sido Nicholas Cage, uno de los invitados estrella de este Sitges. El actor arrancó con fuerza su carrera cinematográfica, con papeles en películas tan destacadas como La ley de la calle, Peggy Sue se casó, Arizona Baby, Corazón salvaje o Leaving Las Vegas, por la que obtuvo un Oscar. A partir de ahí pareció querer cimentar su estatus de estrella con superproducciones como La Roca, Windtalkers y poco a poco han ido decrementando los proyectos interesantes en los que participa. Su histrionismo ha provocado no pocos memes y bromas que circulan por internet, haciendo disminuir en gran manera su prestigio como actor. Pero sin duda continua siendo una estrella, y el interés desmesurado que ha provocado su paso por Sitges lo deja clarísimo. Cage ha derrochado profesionalidad y simpatía concediendo entrevistas y firmando autógrafos.

El actor presenta Mandy, una historia de venganza alucinógena y violenta del director Panos Cosmatos. A la entrada de la proyección Cage ha sido el protagonista de la alfombra roja, abarrotada de prensa y público. Antes de la película, el director del Festival Ángel Sala le ha concedido el Gran Premi Honorífic del Festival. Al recogerlo Cage ha valorado el cine de terror por las posibilidades que ofrece a los realizadores de arriesgarse, de ser tan surrealistas y oníricos como deseen. También destacó el gran trabajo de interpretación de sus compañeros en la película Andrea Risenborough y Linus Roache. En mi opinión Cage demostró algo de prisa tras recoger el premio, tras el discurso de agredecimiento ni siquiera esperó a la traducción para salir del escenario. Tampoco subió con el director Panos Cosmatos, también presente en la sala.

Yo empiezo el día en el Auditori viendo la película argentina de terror Aterrados de Damien Rugna. El director estuvo presentó la proyección junto a la directora artística Laura Aberrebehere y el productor Fernando Díaz. Rugna comentó que siempre había querido realizar una película de terror, pero la falta de demanda de este tipo de cine en Argentina lo había obligado a realizar otros proyectos. Su penúltima película fue la que más satisfecho le dejó, pero no llegó a las salas comerciales. Por ese motivo, cuando finalmente le ofrecieron realizar Aterrados, no empezó el proyecto con demasiada ilusión, pero pronto la recuperó mientras avanzaba la producción. La película, ya estrenada en Argentina, ha tenido muy buena recepción de público y crítica. Espero que eso sirva para que el género de terror se vaya normalizando en esa cinematografía. Aterrados tiene un inicio impactante, con un hombre que llega a casa del trabajo para encontrar a su mujer asustada, afirmando que ha estado oyendo voces provenientes de las cañerías, unas voces que aseguraban que la matarían. Durante la noche el hombre se despierta debido a unos golpes. Su esposa está en el lavabo. El hombre, enfadado, se va a la casa de al lado a quejarse al vecino, que no le abre la puerta a pesar de oirse una voz en el interfono. Cuando vuelve a su casa el hombre descubre que los golpes vienen del lavabo.

Aparte de en esa casa, más fenómenos extraños ocurren en el barrio. El vecino de al lado no está haciendo obras; por las noches no puede dormir porque los muebles se mueven solos. Después de consultar con muchos profesionales es derivado a una profesora que estudia fenómenos extraños. Al otro lado de la calle una mujer llama a la policía, asegurando que su hijo acabado de enterrar ha vuelto a casa por su propio pie. El policía encargado (Maximiliano Ghione), un antiguo novio suyo, llama a un forense retirado (Norberto Gonzalo) con experiencia en fenómenos paranormales para que le aconseje. Una vez allí el antiguo forense se encuentra por la calle con la profesora, que ha llegado para estudiar el caso del otro lado de la acera. Ambos, junto con un experto extranjero (George Lewis), se convencen de que los fenómenos de las tres casas están relacionados y de que esa zona merece un estudio pormenorizado. Por eso, con las casas vacías, se reparten uno en cada casa para realizar experimentos y recabar información. El policía también está presente para echarles una mano, pero acabará por lamentar haberlo echo.

Una de las grandes virtudes de Aterrados es que construyen el terror empezando por elementos muy cotidianos no exentos de sentido del humor. Las interacciones entre los personajes son reales como la vida misma. Ese naturalismo hace que la creciente espiral de sucesos extraños sea más impactante. Demian Rugna juega perfectamente con el suspense, sabe crear el clima adecuado para luego golpear con lo sobrenatural. Tampoco hay un abuso de carnaza; la película tiene momentos más grotescos que gore. Este magnífico inicio, donde se plantean los fenómenos que suceden en las tres casas, me recordó en cierto modo al terror japonés de principios de los 2000, también basado en la cotidianidad y el suspense, pero con más sentido del humor. En la segunda parte de la película se sigue a los tres investigadores, acompañados por el policía. Cada uno se queda con una casa, cada uno investiga a su modo y cada uno encontrará un destino distinto. En este punto la película empieza a transitar por territorio conocido por los aficionados al cine de terror, pero la excelente dirección de Rugna la eleva muy por encima de la media. Rugna sabe atraer la atención del espectador e ir construyendo poco a poco la tensión hasta que descarga en un hecho extraño. Después rebaja la tensión con un humor muy bienvenido y vuelve a empezar otra vez. La explicación sobre la causa de los fenómenos que se esboza provoca un final correcto y muy en la línea del cine de terror. Me lo pasé en grande.

Sin pausas, continuo en el Auditori para ver Piercing, una película estadounidense de Nicholas Pesce. La película es una comedia de horror minimalista y sádica basada libremente en la novela del escritor japonés Ryû Murakami (que también fue adaptado en la película de Takashii Miike Audition). Reed (Christopher Abbott), el protagonista de la película, es un hombre con una vida aparentemente perfecta; tiene un buen trabajo, Mona (Laia Costa) una esposa que lo quiere, y una niña acabada de nacer. Pero cada noche tiene que resistir la pulsión de clavar un picahielos a su hija. Para intentar liberar esa tensión, Reed planea meticulosamente un asesinato. Alquila una habitación de hotel y allí ensaya meticulosamente todos los pasos que seguirá; pedirá una escort que practique sadomasoquismo para poderla atar a la cama; la adormecerá con cloroformo, la trasladará a la bañera, la matará y se deshará del cuerpo despiezándolo. Pero la escort, Jackie (Mia Wasikowska), no se lo pondrá fácil; se presenta drogada hasta las cejas y se comporta de forma que Reed no podía prever. Desde el primer momento pierde el control y pasa a reaccionar más que a actuar. Jackie es una mujer inestable, con tendencia a autolesionarse y una vena sádica. Esto provocará un enfrentamiento con consecuencias difíciles de anticipar.

Los dos actores protagonistas bordan sus papeles. Christopher Abbott dota de una extraña vulnerabilidad a su personaje. Es tímido, retraído y en apariencia maleable. No intuimos de dónde sale su pulsión por matar casi el final de la película ni queda del todo claro si también disfruta del dolor. Mia Wasikowska sale de sus roles habituales con un personaje complejo y dañado. Su interpretación le añade profundidad; sobre el papel su rol es más simple, pero con una simple sonrisa puede pasar de vulnerable a amenazadora. Nicholas Pesce ha creado una película de factura impecable, tan organizada y bien puesta en escena como el asesinato que planea Reed. Cada escena parece haber sido planificada en detalle, ejecutada sin errores y perfectamente acompañada por la banda sonora. Quizá esa meticulosidad le pasa factura en algunos momentos; a veces la película resulta algo fría. Tampoco su argumento es demasiado rico; carece de tramas y personajes secundarios. De todas maneras me pareció muy entretenida, divertida y bien realizada.

Poco después vuelvo al Auditori para ver The Night Comes for Us, una película indonesia de Timo Tjahjanto. Los productores Nate Bolotin y Todd Brown estuvieron en la sala presentando la cinta. Contaron una anécdota que retrata muy bien lo que estábamos a punto de ver. En la primera reunión del director Timo Tjahjanto con los ejecutivos de Netflix, que financiaron la producción, éste les preguntó cuán violento podía ser en la película. Los ejecutivos le respondieron que podía poner toda la violencia que quisiera, ellos no iban a ponerle limitaciones. Y sin duda se lo tomó en serio: The Night Comes for Us es una de las películas más violentas que he visto en mi vida; sin duda la película de acción de 2018, a la altura de cintas como The Raid.

Las tríadas (la mafia china), controlan con puño de hierro la zona del mar de China por donde circula y se produce una gran cantidad de droga. Los Six Seas son el grupo de élite que se encarga de reprimir cualquier conato de rebelión o robo con violencia extrema; si alguien roba en una aldea, matan a todo el mundo para que sirva de ejemplo a los demás. Ito (Joe Taslim), es un indonesio que fue reclutado por las tríadas y uno de los Six Seas. Cuando él y sus hombres arrasan otro pueblo más y ejecutan a todo el mundo, decide que ya ha tenido suficiente. Cuando sus sicarios están a punto de ejecutar a una niña pequeña; los mata y huye con la niña. Vuelve a casa, a Indonesia, para pedir ayuda a Fatih (Abimana Aryasatya), un amigo suyo con el que tenía una banda criminal antes de irse con las tríadas. Pero este movimiento atraerá la ira de la mafia china sobre ellos. Chien Wu (Sunny Pang), el líder de los Six Seas, convoca a Arian (Iko Uwais), un amigo de Ito que también fue reclutado por las tríadas y que actualmente está destinado a Macao, para que acabe con él y demuestre su lealtad. Pero por si acaso se trae a otros Six Seas para asegurarse que así sea; Elena (Hannah Al Rashid) y su perversa novia (Julie Estelle). La única ayuda con la que contará Ito vendrá de la sicario Alma (Dian Sastrowardoyo), contratada para liquidar a los Six Seas.

Esta puesta en escena sirve para la colección de set pieces de acción más brutales que he visto en muchísimo tiempo. En The Night Comes for Us TODO es un arma; bolas de billar, botellas, herramientas, ganchos e incluso huesos de vaca (literalmente). Además hay armas de todo tipo: pistolas, escopetas, subfusiles, rifles de asalto, machetes, y cuchillos variados. En la película hay al menos tres batallas campales donde un solo hombre acaba con todo un grupo de sicarios de la forma más brutal posible. La coreografía de la acción es impresionante; las escenas están planeadas hasta el último y sangriento detalle, usando con inteligencia tanto espacios abiertos, como naves industriales y pisos vacíos, como confinados, como un reservado de un restaurante o la caja de un furgón policial. Los combates individuales son igualmente brutales y están maravillosamente coreografiados. El inevitable enfrentamiento entre Iko Uwais y Joe Taslim es tan fabuloso como podría esperarse; lleno de plasticidad pero con golpes, luxaciones y mordiscos que duelen sólo mirarlos. Aparte de los dos protagonistas, Hannah Al Rashid y Dian Sastrowardoyo también demuestran sus grandes dotes para las escenas de artes marciales.

The Night Comes for Us es un regalo del cielo para los aficionados al cine de acción, una de esas películas que, como The Raid, marcan tendencia y quedan en la memoria. Eso la convierte en una película que apunta a un nicho específico de audiencia; no hay en ella ninguna concesión a un público más amplio. No aficionados a la violencia en pantalla abstenerse a riesgo de pasar un mal rato.

Panos Cosmatos Termino el día en el Auditori (llevo todo el día allí) viendo Mandy, la alucinógena cinta de terror y venganza de Panos Cosmatos protagonizada por Nicholas Cage. La estrella norteamericana recibió antes el Gran Premi Honorífic del Festival rodeado de fotógrafos. Tras recibir el premio el director subió a presentar su película. Vestido con camiseta y pantalón corto, con una gorra calada hasta los ojos, Cosmatos, un hombre al que parece costarle mucho hablar en público, comentó el largo proceso de gestación de esta película, que llevaba muchos años intentando llevar a cabo y donde puso mucho de sí mismo. El protagonista de la película es Red (Nicholas Cage), un leñador que vive con su esposa Mandy (Andrea Riseborough) en una cabaña en medio del bosque en las Shadow Mountains. Mandy trabaja en la tienda del pueblecito cercano y se dedica a realizar ilustraciones que no desentonarían en la portada de un disco de heavy metal o de una novela de fantasía heroica. Su vida con Red es apacible, ambos disfrutan de la sintonía que da la cotidianidad compartida. Todo cambia cuando Mandy atrae la atención del líder de una pequeña pero peligrosa secta, Children of the New Dawn (Niños del Nuevo Amanecer), liderada por Jeremiah (Linus Roache). La secta secuestra a Mandy con la ayuda de unos moteros infernales vestidos con armaduras y se la lleva a su líder. Tras drogarla, Jeremiah intenta seducirla y atraerla a su culto (en una secuencia llena de un sentido del humor muy extraño), pero sin éxito. Entonces las cosas se tuercen para ella y para Red, que también recibe la ira de la secta. Pero aunque herido, sobrevive y decide vengarse de ellos a toda costa.

La película se divide en dos mitades claramente diferenciadas separadas por un interludio; en la primera parte se nos muestra la relación de amor armoniosa entre Mandy y Red. Red es un hombre rudo suavizado por el matrimonio, mientras que Mandy disfruta de la soledad del bosque para pintar y leer novelas de fantasía. También se nos muestra la dinámica destructiva de la secta, donde cada miembro tiene su propia relación enfermiza con el líder. Tras el interludio donde secuestran a Mandy, viene la segunda parte, la de la venganza. En ella la película, ya de por sí bastante surreal, da el giro definitivo a lo psicotrópico. Los diálogos se hacen aún más escasos y todos parecen sacados de la fantasía heroica. De hecho, desde el secuestro de Mandy la película puede leerse perfectamente como una película de fantasía heroica ambientada en la década de 1980. En ella, el guerrero decide emprender una cruzada de venganza contra el sacerdote malvado que ha atacado a su esposa, una personificación del bien, y contra los guerreros impíos que lo han ayudado (los moteros adictos al LSD). Primero forja su hacha, una encarnación física de su venganza. Luego busca la ayuda de un guerrero anciano (su vecino Caruthers -Bill Luke-), que lo arma con su ballesta y la del oráculo (un fabricante de LSD interpretado por Richard Brake), que a través de una conversación sin palabras lo guía hasta la guarida de la secta.

En mi opinión Mandy es, por encima de todo, un especie de ópera-rock alucinógena. Panos Cosmatos impone su estilo visual con unas imágenes poderosas, una fotografía con una textura granulosa y filtros de color que potencian el tono de lo que quiere mostrar sin buscar ningún tipo de realismo. Las imágenes van perfectamente acompañadas en todo momento por la música del recientemente fallecido músico islandés Jóhann Jóhannsson. La excelente banda sonora, protagonista, omnipresente, está basada en sintetizadores con algunos momentos álgidos con guitarras distorsionadas. Todo esto hace de Mandy una obra personalísima, pero también difícil. Si se entra en la propuesta puede llegar a fascinarte, si no se entra es fácil que resulte muy irritante. Por este motivo estoy bastante seguro que se convertirá en película de culto para muchos, pero no provocará colas en los multicines. A mi personalmente me costó un poco conectar con ella, pero a partir de un cierto momento me enganchó y me fascinó.

(c) 2018 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 15/10/2018 07:03:45