Crónica del Lunes 9/10/2017

5o día. Pels: La Villana, Tragedy Girls, Have a Nice Day, A Ghost Story y Brawl in Cell Block 99



Hoy se ha realizado la premiere mundial de El habitante, del director uruguayo Guillermo Amoedo. Amoedo ganó el premio a la mejor película en la sección Blood Window (que premia al mejor cine iberoamericano) en la edición 2014 con The Stranger. El equipo de la película ha desfilado por la alfombra roja, encabezado por Guillermo Amoedo, las actrices Vanessa Restrepo y Gabriela de la Garza, junto a los productores Rodrigo Bello y Rodrillo Trujillo. El habitante –que forma parte de la sección Oficial Fantàstic Competició– es una pesadilla demoníaca en la que se ven envueltas tres hermanas que encuentran en el sótano de la casa de un corrupto senador, una joven con signos de haber sido torturada.

La directora francesa Coralie Fargeat ha estado hoy en Sitges presentando su opera prima, Revenge. La película, con claras influencias al cine de los setenta, cuenta al parecer con un final ultraviolento que encantará al público del Festival.

Pero el acto central de hoy ha sido la visita del equipo de la película Brawl in Cell Block 99. El realizador S. Craig Zahler, que ya presentó en Sitges su opera prima, el brutal western Bone Tomahawk, ha desfilado por la alfombra roja del Auditori Meliá Sitges junto a la estrella hollywoodiense Vince Vaughn, y al mítico actor Udo Kier.

Yo empiezo el día a las 8:15 (¡ouch!) en el Auditori para ver la película surcoreana La Villana, el tercer trabajo del especialista en cine de acción Jung Byung-gil. La Villana es un drama de acción con protagonista femenina fuertemente influenciada por títulos como Nikita, de Luc Besson, que logró ser seleccionada en Cannes para ser vista fuera de competición. Por desgracia, a mi no me pareció que fuera para tanto.

Desde la infancia, Sook-Hee ha sido entrenada para convertirse en una asesina sin piedad. Marcada por el asesinato de su padre, fue entrenada por el líder de una organización criminal del que acabó enamorándose. Tras un sangriento combate, en el que ella sola acaba con una banda entera de maleantes, es detenida por la policía. Entonces Madame Kwon, la jefa del servicio de información de Corea del Sur, la recluta como agente durmiente y le ofrece una segunda oportunidad. Su nueva identidad es Chae Yeon-Soo, una actriz de teatro de 27 años. Con la promesa de una libertad completa a cambio de servir a su país durante diez años, Sook-Hee emprende una nueva vida. Para esta mujer que ha vivido como asesina, llevar una existencia normal no resulta una tarea sencilla, especialmente porque estaba embarazada cuando la capturaron y debe cuidar de su hija. Pero cuando dos hombres entran en su vida, los secretos de su pasado serán desvelados.

La película arranca con una adrenalínica escena de acción en la que vemos a la protagonista desde un punto de vista subjetivo, al estilo de un videojuego o de la cinta de acción Hardcore Henry. El 'body count' de la escena es altísimo, en pocos minutos Sook-Hee liquida al menos veinte mafiosos en siete minutos. Pero el estilo de rodaje de la escena no me entusiasmó; los frenéticos movimientos de cámara le dan un aire muy dinámico, pero impiden ver realmente lo que está pasando. Hay un momento en que me pareció el reverso de la escena de Old Boy en la que el protagonista se abre paso a martillazos por un pasillo lleno de agresores; en Old Boy la cámara se mueve suavemente y todo queda enfocado; en La villana la cámara no para un segundo y sólo se aprecian flashes de lo que sucede. Sí que me gustó la forma en la que vemos por vez primera la cara de la protagonista cuando se refleja en un espejo.

Tras ese cañonazo para los sentidos, la película cambia por completo para entrar en terrenos muy diferentes. La experiencia de Sook-Hee en una academia de espías-asesinas formada íntegramente por mujeres jóvenes y bellas, monitorizadas por hombres que una vez estén en el terreno se asegurarán que cumplan con su cometido, me pareció entre cursi y ofensiva. Y cuando tiene a su hija y sale al mundo para trabajar en algo que le gusta y encontrar de nuevo el amor, las cosas no mejoran. La película da otro giro, esta vez hacia el melodrama más lacrimógeno. En su tramo final el director parece acordarse que todo empezó como una película de acción y ofrece una larga y espectacular set-piece de acción. Esta escena me pareció mucho más lograda que la inicial; a pesar que la cámara continua moviéndose con frenesí, la persecución con motos y luchas a katana está muy conseguida, así como la brutalidad de los combates en un autobús a toda velocidad.

Pero al menos en mi caso, esta última escena no redimió la película. Sus 129 minutos se me hicieron eternos; a pesar que la dirección y las interpretaciones son correctas, el guion no me gustó nada. La historia y las situaciones que presenta la película no tienen ni pies ni cabeza, cosa habitual en el cine de acción, pero en esta película esto no sirve como excusa para escenas trepidantes; sirve como excusa para el melodrama más kitsch y el romanticismo más ñoño, eso sin mencionar el evidente sexismo. Una lástima.

Continuo mi día en el Retiro para ver la comedia de terror estadounidense Tragedy Girls, de Tyler MacIntyre. Desde que Scream homenajeó las slaher-movies de la década de 1980 a través de una parodia amable del género, se producen casi tantas comedias del mismo estilo como auténticas slasher-movies. Con honrosas excepciones (por ejemplo la divertidísima The Cabin in the Woods), casi todas se limitan a recrear en clave cómica los clichés del género. Tragedy Girls logra escapar con éxito de la larga sombra de Scream con una propuesta divertida y refrescante.

La tranquila ciudad de Rosedale ha sufrido últimamente algunas muertes de adolescentes; cuando empieza la película la joven Sadie (Brianna Hildebrand) parece que será su próxima víctima. Pero justo cuando el asesino, un tipo enorme con una máscara de cuero (Kevin Durand), parece a punto de atraparla, cae en una trampa que ella misma y su amiga del alma McKayla (Alexandra Shipp) le han tendido. Las chicas lo mantienen prisionero en un edificio abandonado con la esperanza de que les enseñe sus técnicas. Pero en el peor de los casos, les servirá como chivo expiatorio de las próximas muertes que causarán ellas.

Las chicas intentan por todos los medios ganar popularidad en las redes sociales con a través de tumblr y twitter con la marca @TragedyGirls reportando sobre las muertes que se están produciendo. Pero claro, es mucho más fácil informar bien si las muertes las provocan ellas. A medida que se acumulan las víctimas su plan funciona, pero el aparente encaprichamiento de Sadie con Jordan Welch (Jack Quaid), el hijo del jefe de policía y los intentos de huir de Leatherface amenazarán la relación entre ambas.

El tono desenfadado del guion de Chris Lee Hill y Tyler MacIntyre, el ritmo narrativo que impone la dirección de MacIntyre, algunos gags muy divertidos y el gran casting hacen que la película sea un divertimento fantástico. Las interpretaciones de las protagonistas son básicas para que la película funcione; sus interpretaciones están llenas de energía y ambas tienen un gran sentido de la comedia. El variado plantel de secundarios también está acertadísimo: Josh Hutcherson parece parodiar su papel en Los juegos del hambre como ex-novio motero de McKayla y Craig Robinson también está estupendo en su papel de bombero héroe y soltero de oro del pueblo.

La película no está desprovista de defectos, como lo deslavazado de la historia. Algunas de las subtramas, como la del asesino capturado, parecen olvidarse durante tramos enteros de la narración. Tampoco hay que poner demasiado la lupa sobre la historia si no quieren encontrarse inconsistencias y cosas no demasiado lógicas. Pero en conjunto el tono desenfadado y la energía del conjunto hacen que estos defectos queden muy mitigados. Tragedy Girls me pareció una película muy divertida, que actualiza muy acertadamente la comedia de terror, que nos descubre a dos actrices con muchísimo potencial y que supone una muy buena progresión de su joven director.

Por la tarde me voy a la sala Tramuntana a ver la cinta de animación china Have a Nice Day. La película es el segundo trabajo de animación del director chino Liu Jian tras su debut en 2010 con Piercing 1. Como su anterior trabajo, la película es un thriller ambientado en una triste y anónima ciudad de la China contemporánea, con un estilo de animación que busca capturar el realismo en los fondos y las expresiones. Unas características que la alejan de la animación que nos suele llegar de Asia y que me recordaron en cierta medida a títulos como las surcoreanas King of Pigs o The Fake de Yeon Sang-Ho, también realistas y críticas con su sociedad.

La película arranca con una cita de Resurrección, la última novela de Leon Tolstoi, sobre como la primavera llega a las ciudades por más que el hombre se haya esforzado tanto en erradicar en ellas toda traza de la naturaleza. La cita está bien elegida, porque realmente marca el tono de la narración que nos espera. La historia empieza cuando el conductor Xiao Zhang roba una bolsa de deporte con un millón de yuan (sobre 130.000 euros) que pertenecen a un gangster. Los quiere para viajar a Corea del Sur, donde espera que "reparen" una operación de cirugía estética desastrosa a la que se sometió su novia, demasiado avergonzada de cómo ha quedado su rostro como para salir de casa.

Pero Xiao no es el protagonista real de la película, sino que su robo sirve para mostrar una galería de personajes conectados a él o a la bolsa de dinero. Por la pantalla desfilan el cruel pero reflexivo gangster propietario del dinero; el impasible e implacable sicario enviado a recuperarlo; un hombre misterioso con unas gafas que le otorgan una especie de visión en rayos-X; la camarera de un restaurante de fideos que sospecha que Xiao transporta mucho dinero; la prima de la novia de Xiao y su novio, que cuando se enteran del robo intentan conseguir para ellos la bolsa y un grupo de gamberros que pulula por un café internet.

Como en todo buen ejercicio de cine negro, la trama está llena de giros y equívocos que hacen que los personajes topen unos con otros y luchen sin cuartel por el dinero. También hay considerables dosis de violencia, casi todas acertadamente perpetradas fuera de plano. Y supongo para evitar que la trama sea demasiado trágica, el guion está lleno de humor negro, tanto en los diálogos como en las situaciones. También hay momentos inesperadamente extraños pero bienvenidos, como un interludio musical que usa los brillantes colores de los posters de la propaganda de la era Mao como inspiración y que contrasta con los tonos apagados con los que muestra la realidad.

Y la realidad que pinta Liu Jian es obvio que no es de su gusto. El retrato de la vida en una ciudad de China actual es ciertamente tétrico; con gente infeliz, desesperada y obsesionada por el dinero y con muy pocas expectativas para el futuro. Y a pesar de lo anónimo de la ciudad y de evitar cualquier crítica explícita, el director situa la acción en el aquí y ahora con detalles como incluir a Donald Trump en la radio felicitando a Hillary Clinton por haber luchado duro en la campaña electoral.

En conjunto Have a Nice Day me ha gustado mucho; es una historia que muestra de forma crítica la vida en la China actual desde el punto de vista de uno de sus habitantes, un tipo de película que es complicado de encontrar actualmente. El hecho que sea de animación y tenga su animación sea tan poco espectacular (por no decir pobre en algunos aspectos) puede alejar a algunos espectadores y complicar su estreno en salas, pero ciertamente creo que merece la pena verla.

Gracias a la insistencia de un amigo, tras salir del cine me voy corriendo al Auditori a ver A Ghost Story, de David Lowery. Esta es la propuesta más extraña que voy a ver en este Sitges; la película está protagonizada por dos muy buenos actores, Rooney Mara y Casey Affleck. Pero Affleck se pasa la mayor parte del metraje interpretando a un fantasma debajo de una sábana blanca con dos agujeros negros por ojos (como un disfraz de fantasma de broma). Además la película tiene muy poco diálogo, es un drama y está rodada en formato de pantalla 4:3, como el de los televisores viejos.

La película es en el fondo una historia de fantasmas. Una joven pareja (Mara y Affleck) muy enamorada vive de alquiler en una casa de una sola planta. Él es músico y compositor y pasa mucho tiempo en casa. Es un tipo amable y cariñoso, pero también distraído y ensimismado; muchas veces parece perderse en su música y olvidarse de todo lo demás. De vez en cuando discuten, especialmente porque ella quiere mudarse pero él siente un apego que no puede acabar de explicar por la vieja casa. Cuando finalmente accede a mudarse, justo el día de la mudanza, él muere en un accidente de coche, pero su espíritu se levanta con la sábana que lo cubría de la morgue y vuelve de nuevo a la casa donde aún habita su ahora desesperada pareja.

Como fantasma pasa a contemplar - sin poder interactuar - como ella se desespera por su pérdida y como finalmente empieza a superarla. Como empieza a salir con otro hombre y como finalmente se va de la casa. Pero antes de irse escribe un mensaje en un pequeño trozo de papel, lo mete en una grieta del marco de la puerta y tapa la grieta pintando encima. El fantasma se queda en la casa incapaz de sacar el papel; a lo largo del tiempo intenta erosionar poco a poco la pintura para poder leerlo (tiene una mínima capacidad para interactuar con el entorno), viendo como pasan los inquilinos. Pero incluso cuando cuando derriban la casa y empiezan a construir un edificio en su lugar, parece estar ligado al sitio, incapaz de salir.

Una de las cosas más particulares de esta película es que la historia se narra desde el punto de vista de los muertos, no de los vivos como suele hacerse. Desprovisto de su cuerpo y de su capacidad de comunicación, lo que queda en el fantasma es sólo el amor, la pérdida y el anhelo. A diferencia de su esposa, que tiene todas las herramientas para asimilar la pérdida y continuar con su vida, el fantasma de esta tristísima historia está encallado en ella, ligado a un lugar incluso cuando ha perdido su significado. El bello giro final de la película y las pequeñas motas de humor negrísimo que contiene mitigan en parte la tristeza del mensaje. Lo que realmente da miedo en esta película no es ser asediado por un fantasma sino convertirse en uno.

Sobre la dirección y el guion de David Lowery tengo sentimientos encontrados; por un lado la película está muy bien dirigida, y es realmente una película complicada de dirigir. Está compuesta por tomas larguísimas sin prácticamente edición, secuencias con poquísimos diálogos y encuadres muy fijos y terriblemente precisos para colocar el fantasma siempre al margen de la acción, siempre como triste espectador de lo que sucede. Es eso, junto con la maravillosa banda sonora de Daniel Hart - una de las mejores del año sin duda - lo que da expresividad a una sábana con agujeros, y nos transmite su tristeza y su anhelo.

Pero para mi gusto algunas de las tomas, especialmente al principio, es demasiado larga. Y alguna de las escenas podría mejorar con un poco más de edición. En un momento dado de la película uno de los personajes que habita la casa en un punto indeterminado del futuro, se lanza a un largo y filosófico soliloquio sobre inevitabilidad de la entropía que me pareció innecesario y bastante cargante. Y la fotografía en 4:3, aunque es cierto que en cierta forma 'encajona' las tomas, dando una sensación de encierro que beneficia a algunas partes de la película, también es cierto que puede interpretarse como simple afectación del director. Todos estos factores le dan un aire un poco pedante a la narración, o al menos así lo interpreté yo.

Con todo, para mi gusto las virtudes superan en mucho a los defectos. A Ghost Story es una película original, diferente y conmovedora, de las que anidan en la memoria, dan que pensar y pueden originar multitud de conversaciones interesantes. Sólo por eso ya merecería la pena verla.

Al salir vuelvo a entrar al Auditori para ver Brawl in Cell Block 99, del estadounidense S. Craig Zahler. Pero antes, el gran Udo Kier recibió el premio Màquina del Temps del Festival. El actor de origen alemán de 72 años (muy bien llevados), tiene una carrera cinematográfica muy interesante; fue uno de los actores favoritos de Rainer Werner Fassbinder; ha aparecido en cintas de vampiros como Sangre para Drácula, Blade, Revenant: Vampiros Modernos y La sombra del vampiro; y es un colaborador habitual de Lars Von Trier. El actor, simpatiquísimo, bromeó con la forma del trofeo y alabó el trabajo de S. Craig Zhaler, con el que ha vuelto a colaborar en su próxima película Dragged Across Concrete, ahora en preproducción.

El protagonista de la película es Bradley, interpretado por un difícil de reconocer Vince Vaughn. Bradley es un antiguo boxeador y ex-alcohólico que intenta enderezar su vida y su matrimonio con Lauren (Jennifer Carpenter). Pero las cosas no van bien; primero pierde su trabajo como mecánico y el mismo día se entera que su esposa está teniendo una aventura. Eso le lleva a pensar que su mejor opción es volver a trabajar como correo con su antiguo conocido Gil (Marc Blucas), un traficante de drogas. Parece que todo se arregla, tiene más dinero, una casa mejor y su mujer está embarazada. Pero cuando Gil hace un trato con un nuevo socio mexicano, todo se vuelve a torcer; en una entrega problemática, Bradley se ve obligado a matar a uno de sus socios y es detenido. Acaba sentenciado a siete años de cárcel, pero se resigna a cumplirlos sin delatar a nadie. Pero un día recibe la visita de un hombre extraño (Udo Kier) en prisión. El hombre le comunica que debe millones a los mexicanos; si no mata a un hombre recluido en el bloque de celdas 99 de la prisión Red Leaf, una cárcel de alta seguridad, su mujer y su hijo no nacido sufrirán las consecuencias. Para llegar allí deberá cometer actos violentos en la prisión donde está; y una vez en Red Leaf, gobernada por un brutal alcaide (Don Johnson), deberá sufrir y cometer actos terribles para salvar a su familia.

Brawl in Cell Block 99 es una historia ultravioleta de rabia y salvación que tiene como protagonista a un delincuente que en fondo es un hombre honorable. Vince Vaughn, rapado y con una gran cruz tatuada en la parte de atrás de la cabeza, realiza una interpretación que me impresionó. De forma similar a John Travolta en Pulp Fiction o Mickey Rourke en El luchador, Vaughn ha roto por completo con los papeles en los que la industria lo ha ido encasillando y con los que tenía un éxito cada vez menor. Su interpretación de un buen tipo, honorable, pero absolutamente lleno de rabia es convincente por completo; su tamaño (es un tipo muy grande) y la calma tensa que puede preceder a la violencia, logran resultar muy intimidantes. Zahler muestra perfectamente esa rabia en una escena inicial espléndida en la que Bradley literalmente apaliza a puñetazos su coche por pura frustración.

La dirección de Zahler me pareció muy buena; usa en muchas ocasiones tomas fijas a media distancia con lentes de gran angular sin cortes provocan el efecto de estar espiando a los personajes. Y su forma de rodar las tomas violentas es escalofriante; los efectos de sonido junto a la acción brutal y nada coreográfica pueden provocar que la gente llegue a desviar la mirada de la pantalla. Pero lo que en mi opinión eleva la película es la convicción con la que está realizada. Su argumento y desarrollo la convierten en un perfecto film explotation, sobre todo el tercio final, cuando el protagonista entra en la cárcel infernal. Pero Brawl in Cell Block 99 no juega con el género de forma irónica o paródica: quiere ser ese tipo de película. Esa sinceridad y su intensidad se notan y elevan el resultado final.

Para mi gusto la película no está exenta de defectos. En primer lugar, me pareció demasiado larga, para mi gusto le sobran al menos 20 minutos. El desarrollo de los personajes también me pareció inferior al de Bone Tomahawk y el argumento, visto fríamente y sin la violenta intensidad de la película, es ciertamente débil y lleno de agujeros. Los actores palian en buena parte esas carencias; el casting es de lo mejor de la película.

Con todo, Brawl in Cell Block 99 me pareció correcta, bien realizada e interpretada y entretenida en su mayor parte. Muy recomendable para los aficionados al explotation de los setenta.

(c) 2017 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 21/10/2017 13:56:40