NO TEARS FOR THE DEAD

Acción a raudales y melodrama

No tears for the dead es el segundo trabajo del director surcoreano Lee Leong-beom tras The Man from Nowhere (2010), un thriller lleno de acción y violencia que gozó de un gran éxito en Corea del Sur (fue el film que más recaudó en 2010). Con su segundo trabajo repite género, enfoque y estilo visual, aunque el resultado final es bastante distinto.

Abandonado por su madre poco después de que emigraran de Corea a Estados Unidos, Gon creció dentro del mundo delictivo para convertirse en un letal asesino. Cuando le encargan asesinar a un hombre y recuperar un disco que contiene información financiera robada, lo hace, pero comete un error; sin querer mata también a una niña pequeña. Queda destrozado por la culpa y las cosas no mejoran cuando sus jefes le mandan a Corea para que mate a la madre de la niña. Ella trabaja en una gran empresa que mueve intereses de las tríadas chinas, que sospechan que ella guarda información que había robado su marido. Gon empieza a vigilarla y seguirla, pero no se decide a matarla. Al intentarla proteger tendrá que enfrentarse a las mafias locales y a sus propios colegas, un equipo de élite de asesinos.

La secuencia inicial de la película me pareció impecable. En un night-club mientras la banda interpreta una versión de Smooth Operator, el asesino acecha a su víctima, la sigue y acaba liquidándola junto a sus socios en la trastienda del local. La fotografía, música, ritmo y coreografía de acción son impecables. Tras este gran arranque la película ralentiza mucho su ritmo narrativo y pasa a presentar a los personajes y a introducir el argumento poco a poco. Cuando el torturado Gon viaja a Corea pasa a presentar a la madre de la niña, una ejecutiva con una vida muy difícil. A la pérdida de su hija y exmarido se suma una madre en el hospital. Mientras pasa el tiempo, la situación con la mafia se va calentando hasta un enfrentamiento final explosivo.

En mi opinión, el tramo entre la introducción y el desenlace de la película es excesivamente largo y el tratamiento de la historia que realiza es demasiado melodramático. Los flashbacks que muestran como el joven Gon fue abandonado son demasiados y demasiado largos; aunque entender ese hecho ayuda a entender el porqué de su comportamiento actual hubiera agradecido a la película más dotes para la elipsis. También está demasiado rato con la vida de la madre de la niña, algunas de sus escenas no le aportan nada a la narración.

Cuando llega, la acción es explosiva y está rodada con virtuosismo. La coreografía, fotografía, montaje y efectos de sonido se combinan para crear escenas tan viscerales como espectaculares. Vale la pena aburrirse un poco para llegar a ellas. La película cuenta con dos secuencias muy largas realmente buenas, especialemente la primera.

El reparto de la película es adecuado. Dong-gun Jang da vida correctamente al asesino con problemas de abandono que acaba desarrollando una conciencia, aunque se le dan mejor las escenas de acción que las de melodrama. Resulta algo chocante también su pobre dominio del inglés, impropio de alguien que teóricamente se ha criado como americano. Brian Tee es una muy buena elección para interpretar al villano que también es el mejor amigo del protagonista.

El planteamiento de No tears for the dead me recuerda más al cine de acción de Hong Kong que al producido en Corea del Sur. El toque de melodrama, la historia extrema, la hermandad entre rivales e incluso las escenas de acción con tiroteos son elementos muy propio del cine de esa ciudad. En conjunto la película me pareció correcta. La partes de acción son soberbias, las que no lo son no me gustaron mucho, las encontré demasiado exageradas y dramáticas.

(c) 2014 Jordi Flotats