UN DIOS SALVAJE

Otra obra maestra de Roman Polanski

Roman Polanksi, cuya complicada, trágica y escandalosa vida frecuentemente se antepone a su trabajo, es un director de cine extraordinariamente dotado. Todas sus películas, más o menos conseguidas, tienen detalles que las distinguen de la media. En la última década ha alternado títulos más y menos conseguidos. El pianista (2002), una maravillosa película sobre un músico judío fugitivo en el ghetto de Varsovia durante la ocupación nazi, le devolvió el favor de Hollywood, consiguiendo el Oscar al mejor director. Oliver Twist (2005), la adaptación de la célebre novela de Charles Dickens, era mucho peor, un trabajo bastante irregular. En 2010 sorprendió con El escritor, un thriller de argumento algo manido pero de factura impecable. Con su último trabajo, Un dios salvaje ha vuelto a demostrar su genio en la dirección en un de sus mejores trabajos.

Un dios salvaje se basa en la obra teatral de la reconocida autora Yasmina Reza, que ella misma, junto con Polanski, ha adaptado para la pantalla. La película arranca con una secuencia rodada desde lejos en la que un grupo de niños discute, de repente, uno de ellos pega a otro con una rama de árbol. Tras este arranque la película muestra el encuentro entre los padres de ambos en el piso del niño agredido. Allí, los Longstreet, Penelope (Jodie Foster), una snob, bienintencionada y políticamente correcta librera y Michael (John C. Reilly), un poco complicado vendedor de artículos de ferretería, reciben a los Cowan, Alan, un cínico abogado que continuamente está recibiendo llamadas a su móbil de la compañía farmacéutica a la que ayuda a tapar el escándalo producido por los efectos adversos de un medicamento que han comercializado sabiéndolo, y Nancy (Kate Winslet), una agente de inversiones ansiosa por evitar la confrontación. Empezaran su charla de forma educada, pero poco a poco se irán despojando de sus máscaras y mostrándose tal como son.

Un dios salvaje es una película extraordinaria en todos los aspectos. El guion es simplemente fantástico, los diálogos son fluidos, ingeniosos, llenos de un humor que prácticamente convierte la película en una comedia negra. Los personajes también son fantásticos, representando cuatro tipos de personas muy reconocibles, un regalo que los cuatro extraordinarios actores de la cinta no desaprovechan. Sus actuaciones son antológicas, capturando la atención del espectador y contribuyendo decisivamente a potenciar el humor del guion. Jodie Foster, demuestra su versatilidad componiendo a una bienintencionada y políticamente correcta mujer; Christoph Waltz, con un personaje completamente cínico y amoral, tiene las mejores frases; Kate Winslett vuelve a cambiar de piel para componer a una mujer algo falsa que intenta salir de la situación sin llegar al conflicto y John C. Reilly, natural como siempre a un hombre de preocupaciones y aficiones simples, algo avergonzado de confesar que las tiene.

La dirección de Polanski es magistral. Logra que el escenario confinado de un apartamento de Nueva York nunca aburra al espectador. La cámara no tiene mucho espacio para grandes movimientos, pero la alternancia de planos fijos con todos los actores, planos más cercanos mostrando a dos y primeros planos da una variedad de recursos muy buena para ir metiendo al espectador en la situación. También me gustó el inteligentísmo uso de los espejos repartidos por el piso para enfocar a un personaje y a la vez mostrar las reacciones de los personajes reflejados en ellos.

Un dios salvaje muestra de una forma divertida y a ratos hilarante como se van deslizando las máscaras hipócritas que todos vestimos para tratar con los demás, mostrando finalmente cómo son los personajes. Su mirada me pareció algo cínica pero clarividente y realista. Me encantó cómo el tema principal de la discusión, la pelea entre los dos niños, va perdiendo su protagonismo a medida que la sinceridad aflora. Y me pareció fantástico el final de la película, una perfecta conclusión de la trama. En 79 minutos, Roman Polanski y Yasmina Reza han dado una lección magistral de cine, no se la pierdan.

(c) 2011 Jordi Flotats