Crónica del Jueves 13/10/2010

Octavo día del Festival. Mis películas: Kill List, Red State, Poulet aux Prunes y The Woman





Como viene siendo habitual los últimos años, el Festival de Sitges ha servido de marco para la entrega de los premios Méliès de Oro que otorga la European Fantastic Film Festivals Federation (EFFFF), formada por los festivales de Leeds, Trieste, Bruselas, Amsterdam, Neuchatel, Espoo, Estrasburgo, Lund aparte del de Sitges a la mejor película y el mejor corto europeos de género fantástico. El jurado, formado por Àlex Aguilera, Manlio Gomarasca y Paco Cabezas, eligió Balada Triste de Trompeta, de Álex de la Iglesia (Mèlies de Plata en Amsterdam) y al corto Suiker (Sugar), de Jeroen Annokkee, de entre todas las películas y cortos que fueron Mèlies de Plata en sus respectivos festivales.

Las otras películas nominadas eran: Transfer (Damir Lukacevic), The Last Employee (Alexander Adolph), Rare Exports: A Christmas Tale (Jalmari Helander), Rubber (Quentin Dupieux), Troll Hunter (Andre Ovredal), Secuestrados (Miguel Ángel Vivas), Hideways (Agnès Merlet) y Attack the Block (Joe Cornish). El premio les ha sido concedido a Álex de la Iglesia y Jeroen Annokkee durante una gala a la que después ha seguido el pase de El Monje, de Dominik Moll. De la Iglesia recogió el galardón de manos de Carlos Areces y acompañado de Carolina Bang; en su discurso ha recordado otras memorables visitas al Festival, de donde ya recogió un Méliès de Oro por El día de la bestia y ha querido dedicar el premio a Areces y Bang, "sin los que la película habría sido imposible". Realmente me alegro por la película y su directo, una cinta que no tuvo mucha repercusión de taquilla, sólo se llevó dos Goyas menores y que en su día encontré excelente, una muestra de cine visceral e imaginativo que retrata soberbiamente la oscuridad y el conflicto del alma de España y en el que Álex de la Iglesia ofrece un recital en la dirección.

En la misma gala el Festival hizo entrega de un premio María Honorífica por el conjunto de una carrera a Gonzalo Suárez. Suárez empezó su carrera en la década de los 50 en Madrid escribiendo teatro y protagonizando, entre otras, El momento de tu vida de Saroyan, Medea de Eurípides y La tempestad de Shakespeare. Abandonando los estudios, se marchó a París con la intención de dedicarse a la pintura, influenciado por la vida y obras de los impresionistas. En 1958 viene a Barcelona y practica el periodismo, que abandonará para dedicarse a la escritura de ficción, publicando sus primeros libros, que rompen con el naturalismo en boga en ese momento. Después que algunos de sus relatos sean adaptados al cine, inicia su carrera como director, alternando películas y novelas. De su filmografía destacan Ditirambo (1969), Remando al viento (1988) y El detective y la muerte (1994). La actriz Ana Álvarez ha sido la encargada de entregar el galardón. "Me encanta haber sobrevivido a este premio póstumo", ha comentado Suárez con su habitual humor.

Empiezo el día a las 14:30 en el Auditori viendo Kill List, una película inglesa de Ben Wheatley, pero antes se proyecta el corto Ghost, del surcoreano Dahci Ma. Ghost cuenta cómo un hombre malvive completamente en una casa abandonada; mientras roe los huesos de un pollo, éstos se convertirán en un muñeco y lo perseguirán. La verdad es que, a pesar que me pareció bien rodado, no le encontré ningún sentido, quizá por eso se me hizo muy tedioso.

El protagonista de Kill List es Jay (Neil Maskell), un ex-soldado británico reconvertido a asesino a sueldo que suele trabajar junto a su amigo Sam (Michael Smiley). Aunque ya lleva unos meses sin trabajar tras una desatrosa misión en Ucrania que le dejó algo traumatizado y con un comportamiento algo errático. Y esto no le trae precisamente armonía familiar, su esposa Shel (MyAnna Buring) le presiona para que continúe ingresando dinero; sus constantes peleas no ayudan ni a su hijo pequeño ni a él mismo. Así que durante una cena en su casa, cuando su compañero le propone un encargo conjunto consistente en matar a los integrantes una lista de objetivos corta y que no les obliga a salir del país, finalmente acepta.

Kill List es una película extraña, y para mi gusto fallida. Se divide en dos mitades bastante diferenciadas: la presentación inicial de la situación y desde que empiezan a seguir la lista de muertes. En la presentación de los personajes y puesta en situación inicial, la película se toma su tiempo pero logra su objetivo; los presenta y nos muestra que casi todos los elementos que constituyen la vida del protagonista chirrían un poco y tienen un punto de extraño: su matrimonio, sus amigos, su trabajo (quitando que sea de asesino) e incluso su psique. Esta parte está rodada con ritmo lento, fotografía con muchos grises, colores fríos y planos muy cercanos; todo muy acorde con lo narrado. La segunda parte es cuando la película se va de madre, empezando a apilar hechos a cada cual más extraño sin dotar al espectador de información suficiente para su compresión. Literalmente. Cuando termina la película el espectador tiene que decidir qué ha sucedido y qué sentido tiene. El horrible (¿a propósito?) montaje de este tramo, que se salta a la torera cualquier continuidad y que deja escenas en apariencia inconclusas tampoco no ayuda nada. Supongo que si se entra en el juego que propone Ben Wheatley puede la cinta puede resultar interesante; si, como me pasó a mi, no es el caso, la película resulta bastante indigesta y muy absurda. Mi primer pinchazo del Festival, teniendo en cuenta que vamos por el octavo día no puedo quejarme.

A continuación, sin salir del Auditori, entro a ver Red State, el último trabajo de Kevin Smith. Como antes, se ha proyectado primero el corto La casa del lago, de Galder Gaztelu-Urrutia. Con Red State, Smith cambia radicalmente de tercio con una película calificada por muchos como de terror. En ella, tres adolescentes de una ciudad periférica estadounidense con las hormonas revolucionadas contestan a un anuncio en que una mujer madura ofrece sexo. La mujer (Melissa Leo), les cita en una caravana, donde les droga la bebida y les secuestra. Cuando despiertan, descubren que han sido apresados por los miembros de una congregación religiosa fanática liderada por el reverendo Abin Cooper (Michael Parks), formada por unas cuantas familias que viven juntas en un gran rancho a las afueras. La secta culpa a los homosexuales y a la gente de moral relajada de todos los males de América, secuestrando a ejemplares de ambos grupos y matándolos en sus ceremonias. Mientras están presos, un accidente pondrá sobre aviso a las autoridades federales, lideradas sobre el terreno por un agente federal (John Goodman).

Sin duda Kevin Smith ha realizado una película por completo distinta a sus anteriores trabajos. No sé si la calificaría de película de terror, aunque se muestren personajes y opiniones que realmente dan miedo, pero desde luego no es una comedia, aunque el humor negro siempre esté sobrevolando la narración. Red State me ha parecido una cinta bastante atípica, difícil de clasificar y muy políticamente incorrecta; arranca un poco en falso, con una situación poco verosímil, pisa terreno resbaladizo durante un momento presentando una iglesia cuyo ideario y feligreses parecen grotescamente exagerados (desde mi perspectiva y experiencia, luego se puede leer que realmente existe gente así en USA) y da el golpe de efecto cuando entran en escena los agentes gubernamentales. Casi todos estos agujeros quedan tapados por un casting irregular en los secundarios pero perfecto en los papeles clave; Michael Parks borda al predicador fanático, su intensidad total es la que evita que en algunos momentos el guion patine; Melissa Leo también logra transmitir credibilidad a su personaje, básico para mostrar las dinámicas familiares del grupo; mientras que John Goodman se reserva el personaje con más miga, un agente veterano que intenta compatibilizar tres cosas incompatibles: lo que le mandan sus jefes, lo que ocurre sobre el terreno y lo que le dicta la conciencia.

Con Red State Smith no ha logrado una película redonda del todo, pero sí una película valiente, arriesgada y muy incómoda, donde carga contra todo el mundo, fundamentalistas y gobierno, con muy malas pulgas y su característico humor sarcástico. Después de Jersey Girl y Vaya par de polis, yo lo daba por perdido, pero estaba equivocado, espero que esta cinta marque el inicio del retorno del mejor Kevin Smith.

A las 20:30 acudo al Auditori a ver Poulet aux prunes, de Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi. Pero antes se proyecta el corto Rasika, de Lilium Léonard; ella y la responsable del montaje Catherine Birukoff estuvieron en la sala presentándola. Comentaron que este corto se había confeccionado precisamente como un experimento de montaje, realizado con imágenes extraídas de otros cortos de la directora. Y realmente tiene todo el aspecto de un experimento, no hay narración ni nada que se le parezca; afortunadamente no es muy largo.

Poulet aux prunes cuenta cómo Nasser-Ali (Mathieu Amalric), un talentoso intérprete de violín, pierde las ganas de vivir después de que su mujer le rompiera su instrumento durante una pelea conyugal. A pesar de que intenta buscarle un sustituto, no encuentra ninguno que le satisfaga, así que decide encerrarse en su habitación y dejarse morir. Y al cabo de ocho días, lo hace. La película nos cuenta esta última semana de vida, y mediante flashbacks y flashforwards, hechos pasados que explican como ha llegado hasta allí y cuál va a ser el futuro de sus dos hijos.

Poulet aux prunes es la segunda película de Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi tras Persépolis. Esta vez vuelven a adaptar el cómic del mismo nombre de Satrapi, pero en imagen real. La película realiza un despliegue de imaginación y recursos narrativos para contar, con aire de cuento de hadas, una historia muy triste. La película arranca con el hecho que acaba de precipitar a su protagonista hacia el decaimiento total, con unos personajes que en ese momento se presentan como un poco marcianos. Desde el momento que empiezan los flashbacks, se amplía la información que tenemos de ellos, dándoles carne y huesos; mostrando cómo su protagonista tiene otros motivos para la depresión, cómo su esposa es una mujer gritona y malhumorada porque sí y cómo serán sus hijos en el futuro, marcados por su muerte y su propio carácter. Este último punto quizá es el que más me flojeó, ya que en vez de darles profundidad los convierte en estereotipos, los únicos de la película. La cinta cuenta con una fotografía colorista y muchos recursos visuales distintos, usando ocasionalmente animaciones con muy buen resultado y cuenta sin excesivos rodeos la historia; historia a la que no le vendría mal un poco más de detalles para hacer la película más redonda. De todas maneras, la película, bien contada y muy bien interpretada, me gustó; me divirtió y me entristeció en los momentos correctos y me dejó con ganas de ver lo siguiente que se les ocurre a sus artífices.

A las 22:45 acudo al Retiro para ver The Woman, de Lucky McGee. Presentando la cinta están su guionista, el novelista Jack Ketchum, su productor asociado Lluis Fe Perez y Carlee Baker, una de las actrices. Ketchum comentó que la idea para esta película partió de continuar con las andanzas de La Mujer, uno de los personajes de su primera novela, Al acecho, adaptada al cine en The Offspring (Andrew van den Houten, 2009) y de cómo colaboró con Lucky McGee para elaborar un guion, introduciendo a esta particular familia disfuncional en la trama. The Woman cuenta cómo un hombre, Chris Cleek (Sean Bridgers), un abogado rural de éxito en una población de tamaño medio, un pilar de la comunidad con esposa (Angela Bettis), dos hijas (Lauren Ashley Carter y Shyla Molhusen) y un hijo (Zach Rand) es una especie de psicópata que somete a su familia a un régimen de terror autoritario bajo una máscara amable. Un día mientras está cazando se encuentra en el bosque con una mujer de aspecto salvaje, que ni siquiera sabe hablar y la captura, decidiendo que se la quedarán encadenada en un cobertizo para "civilizarla".

The Woman es una película que ha provocado un gran escándalo por los Festivales por donde ha pasado, levantando acusaciones a sus creadores de misoginia y brutalidad. Francamente, no lo entiendo; es decir, entiendo la de brutalidad, ya que es, como muchas cintas de terror, puntualmente muy violenta y sangrienta. Público no acostumbrado al cine de este género podría escandalizarse. Lo que se me escapa por completo es lo de la misoginia; a mi me pareció que la cinta muestra, de una forma incluso exagerada, lo machista que es aún la sociedad, personificada en el padre psicópata que anula a su mujer y usa a su hija. El personaje de Mujer, representa a la mujer sin las ataduras ni las convenciones restrictivas de la sociedad.

Aparte de polémicas, The Woman es una película muy bien realizada, que dosifica la crueldad y la violencia con alivios cómicos llenos de humor negro; con muy buenas interpretaciones de todos sus personajes y una banda sonora de canciones que le va como anillo al dedo. Algunos detalles de su trama, revelados al final, me parecieron excesivos, demasiado grotescos, innecesarios y perjudiciales para el resultado final, ya que le restan credibilidad. Su mezcla de géneros quizá le perjudique de cara al público, porque puede parecer demasiado "sosa" para un amante del gore y el terror bestia y demasiado bestia para un aficionado al cine de autor. A pesar de todo a mi me pareció una película correcta, que con un guion algo distinto hubiera mejorado muchísimo.

(c) 2011 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 27/10/2011 14:24:43