THE PEOPLE VS GEORGE LUCAS

Un juicio de los fans al responsable de Jar Jar Binks

¿Cree que Han Solo debería haber continuado disparando primero? ¿Que no debería habérsele mostrado pisando la cola de Jabba el Hutt? ¿Está harto de packs de ediciones especiales? ¿Después de tantos años de devoción se merecía algo como La amenaza fantasma? Los lectores que sepan de que van estas preguntas seguro que disfrutarán plenamente del documental The People vs. George Lucas. Los que no, tendrán la ocasión de contemplar a los integrantes de una de las mayores y más fieles comunidades de fans del mundo: los fans de Star Wars, muchos de los cuales mantienen una relación de amor-odio con George Lucas, su creador; así como de plantearse si el autor debería poder modificar una obra una vez que ya se la exhibido públicamente hasta qué punto el público tiene derecho a opinar sobre eso.

Al parecer la idea de este documental rondó durante años por la cabeza de Alexandre O. Philippe, siendo él mismo un gran fan y coleccionista de Star Wars y habiendo participado en muchos debates sobre su relevancia cultural y el legado de George Lucas. Philippe organizó el proyecto en dos ejes; por un lado entrevistó a multitud de personajes ligados al mundo cultural (periodistas, cineastas, actores, escritores,...) para hablar sobre el tema; por otro abrió el proyecto a colaboraciones de todo tipo a través de su página web. Los fans respondieron de forma masiva enviando de todo: miles de correos electrónicos y videos con historias y opiniones, películas de todo pelaje rodadas por ellos mismos sobre el mundo Star Wars, figuras, juguetes, artesanía, y un larguísimo etcétera. En total se reunieron 634 horas de video con gran variedad de formatos y calidades de imagen y producción, que sumadas a las 126 entrevistas se tradujo en un complicadísimo proceso de montaje de más de 30 semanas que en mi opinión dió los frutos esperados; The People vs. George Lucas bebe de miles de fuentes, pero está muy bien estructurado, sabe de lo que quiere hablar y en qué orden. El cuidadoso montaje hace que sean los aficionados quienes lo pongan en palabras, sin prácticamente voz en off, sólo con algunas escenificaciones cómicas del juicio que los fans harían a Lucas.

El documental empieza por analizar el impacto que tuvo en el público el estreno de La Guerra de las Galaxias en 1977, una película realizada por un George Lucas que en ese momento era un rebelde en Hollywood que había luchado con los grandes estudios para tirar adelante sus propios proyectos sin injerencias. La Guerra de las Galaxias supuso un éxito tan grande como para cambiar para siempre la industria del cine; tanto en el ámbito puramente cinematográfico, abriendo la puerta al protagonismo de los efectos especiales, como en el comercial, con la revolución del merchandising. Después de su estreno se comercializó todo tipo de material relacionado con la película: juguetes, cómics, libros, ropa y  cualquier cosa a la que se pudiera poner el logo de la franquicia galáctica. El merchandising, entonces algo novedoso, tuvo un éxito increíble, y no sólo hizo riquísimo a George Lucas (y le acabó de dar su tan buscada independencia), sino que ayudó a crear una legión de fans que a través de los objetos se sentían parte del universo que mostraban las películas; mucha de esa gente continuó con su afición al crecer, consumiendo y manteniendo vivo el mundo Star Wars a través de convenciones, clubs de fans y la creación de gran cantidad de material de aficionado.

Una vez expuesto el impacto de Star Wars, el documental avanza al estreno en 1997 de las ediciones especiales de las películas de la trilogía original, seguido del anuncio del rodaje de una nueva trilogía. En esas ediciones especiales, George Lucas digitalizó las cintas originales y las retocó para añadir o modificar efectos visuales, dando lugar a algunas escenas nuevas y a muchísimas escenas modificadas. Ese lavado de cara sirvió para su reestreno comercial, atrayendo a mucha gente nueva a ver las películas y a todos sus fans de siempre. Pero muchos de ellos no se tomaron nada bien algunos de los cambios; afirmaban, no sin cierta base, que en algunos casos habían modificado la percepción del espectador acerca de la naturaleza de los personajes. También, por nostalgia o por preferencia estética, algunos preferían los efectos originales realizados con maquetas que el aspecto que tenían las construcciones digitales. George Lucas los acabó de poner en pie de guerra no comercializando la trilogía original, sólo poniendo a la venta las nuevas ediciones; para colmo, cuando un grupo de fans lo solicitó a su compañía se les respondió que el material original ya no existía. En este punto, el documental muestra a un George Lucas abogando en contra de colorear las películas en blanco y negro en una comisión gubernamental y afirmando que esas películas, al haber sido incorporadas al imaginario popular, deberían permanecer sin modificaciones. Esto lleva al documental a preguntarse lo mismo sobre las películas de Star Wars, ¿hasta que punto tienen derecho su público a exigir a George Lucas qué es lo que puede o no hacer con sus películas? No hay duda que sin ese público fiel nadie las recordaría ahora, pero también está claro que legalmente pertenecen a su autor.

Aunque el reestreno de las ediciones especiales causó inquietud en algunos, el estreno de las nuevas películas causó una auténtica conmoción en muchos. Muchísimos aficionados consideraron (consideramos, ¿para qué engañar?), que las nuevas películas eran simplemente malas, malas en casi todos sus apartados; malos personajes, entre ellos el odiadísimo Jar-Jar Binks (que provocó una oleada de vídeos de aficionado en los que se escenifica su muerte horrible); malas decisiones acerca del universo Star Wars y sobre todo, malas historias que perdían el sentido de la aventura y de la maravilla de las tres primeras películas. A través de las entrevistas,  The People vs. George Lucas muestra varias explicaciones a esta reacción, desde que las películas son simplemente y llanamente malas a que los fans hemos crecido y no las hemos visto a través de unos ojos de niño como las tres primeras, perdiéndonos su embrujo. Quizá todas ellas son válidas, pero el hecho es que un número significativo de aficionados están muy molestos con George Lucas, especialmente si se suma la última película de Indiana Jones (eso sí que me dolió...). Gustos y preferencias al margen, es innegable que con los años George Lucas ha terminado por ser la figura contra la que luchaba de joven; el joven Lucas estaba obsesionado por conseguir el control creativo de sus proyectos, con no depender de un gran estudio que le impusiera sus criterios. Con el éxito de Star Wars lo consiguió, pero ese éxito fue tan grande que acabó convirtiéndose en un gestor de su imperio, casi abandonando la creación y explotando al máximo su potencial comercial; en definitiva, siendo un gran estudio él mismo.

Pero en The People vs. George Lucas la sangre no llega del todo al río, tras condenar la actitud de Lucas y en lo que se ha convertido, el documental, a través de los fans de Star Wars, lo acaba perdonando. Porque haga lo que haga, no se puede negar el legado de George Lucas, que al fin y al cabo fue responsable de la creación de unas películas que les marcaron la infancia y adolescencia, unas películas que objetivamente contribuyeron a cambiar la historia del cine y que pasaron a incorporarse al imaginario popular.

La verdad es que siendo yo mismo un aficionado a Star Wars, disfruté de lo lindo con The People vs. George Lucas; el documental plantea a través de unas entrevistas muy bien escogidas temas que todos los aficionados a la saga hemos discutido infinidad de veces, tanto es así que en la proyección a la que asistí, en el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges, el público aplaudía en los muchos momentos en los que el documental ponía el dedo en la llaga. El material audiovisual de fans y el juicio a Lucas están incluidos muy inteligentemente y tanto sirven de respiro cómico como de hilo conductor. El documental es un visionado obligatorio para los fans de la franquicia galáctica, a mi personalmente los 93 minutos de duración se me hicieron cortísimos y naturalmente provocaron otro debate alrededor del tema.

(c) 2010 Jordi Flotats