THE BOX

La tercera y esperada película del director de Donnie Darko

The Box es el tercer trabajo de Richard Kelly, un director atípico cuyo debut, Donnie Darko si bien no fue un éxito de taquilla, sí que le reportó muy buena acogida crítica y una buena cantidad de fans entre los aficionados al fantástico. Y en mi opinión el crédito era completamente merecido, Donnie Darko es una espléndida película que mezcla increiblemente bien el costumbrismo en su retrato de los suburbios con una trama de cine fantástico llena de imágenes perturbadoras, el retrato de personajes creíbles, el paso de la adolescencia con los transtornos mentales. Un guión impresionante filmado estupendamente.

Después de Donnie Darko, Kelly se ocupó del guión de Domino en 2005, un thriller basado en las andanzas de una ex-modelo que acabó siendo cazarecompensas, personaje que al parecer se basó en una persona real. La película, dirigida por el pirotécnico Tony Scott, acabó como una película de acción más, bien realizada e interpretada pero sin mucha más historia.

La segunda película Kelly, Southland Tales era casi el completo reverso de Donnie Darko, donde esta contaba una historia pequeña, la otra una historia grande (tanto como el fin del mundo); donde una tenía pocos personajes exquisitamente definidos, la otra una multitud de personajes estrafalarios, sólo esbozados; donde una tenía una historia muy pensada y daba las piezas suficientes para reconstruirla, la otra tenía una multitud de cabos sueltos y partes simplemente no explicadas; donde una contaba con unos actores en estado de gracia que daban gran crebidilidad a la historia la otra tenía a The Rock y a Sarah Michelle Gellar. Southland Tales era además una película de presupuesto considerable, lo más parecido a un suicidio artístico de los últimos años, casi tres horas en las que pocos espectadores eran capaces de encontrarle pies y cabeza. No llegó a estrenarse en cines, saliendo directamente en DVD. Pero siendo todo eso cierto, no puedo negar que a mi me llegó a fascinar en muchos momentos y que Richard Kelly es un enorme creador de atmósferas, con un gran dominio de la cámara y del tempo, que sabe ajustar la música para dar el efecto máximo a las escenas y que no le teme al riesgo a la hora de afrontar un proyecto.

En The Box, su tercer trabajo, ha introducido dosis mucho menores de riesgo. Él mismo se ha encargado de escribir el guión, adaptando la historia corta de Richard Matheson Button, button, ya adaptada en un capítulo de la nueva Twilight Zone. The box está ambientada en 1976 en una fría ciudad del este de Estados Unidos donde viven Norma Lewis (Cameron Diaz), profesora en una cara escuela privada que acarrea una molesta cojera debido a un accidente sufrido en su adolescencia, su marido Arthur (James Marsden), que trabaja en un centro de desarrollo de la NASA y su hijo a punto de entrar en la adolescencia. El matrimonio no está pasando por una buena racha laboral; a ella le comunican que no cuentan con ella en el próximo curso y a él lo rechazan en el programa de astronautas por no pasar el test psicológico, cuando reciben una misteriosa caja cuadrada con un botón en la parte superior. Poco después Norma recibe la visita de Arlington Steward (Frank Langhella), un hombre misterioso con media cara desfigurada; Steward les hace una propuesta: si abren la caja y pulsan el botón en un plazo de 24 horas, alguien a quien no conocen morirá y ellos recibirán un millón de dólares; si no lo hacen se llevará la caja sin más consecuencias. Al principio los Lewis no se toman en serio la oferta, pero pronto empiezan a plantearse la conveniencia de pulsar el botón.

Al principio temí que The Box cayera en la parálisis al alargar en demasía la indecisión de la pareja alrededor de pulsar o no el botón; afortunadamente el tema se resuelve de forma ágil y permite el avance de la trama, que progresivamente se va tornando más extraña al irse planteando qué o quien hay detrás del hombre misterioso. Y aunque la resolución no deja (demasiados) cabos sueltos, a mi no terminó de satisfacerme; con todo hay que agradecer que la trama cierre correctamente, algo que no siempre pasa con este tipo de películas.

En el primer tramo de la película, más convencional, Richard Kelly intenta retratar el final de la década de los setenta del siglo XX con un costumbrismo teñido de feísmo, recreando sin piedad los estampados, horribles papeles de pared y las piezas de ropa que más puedan levantar la ceja del espectador de 2009, bañándolos además de una grisácea luz invernal que no les hace ningún favor. En la segunda parte se revela más que capaz de crear inquietud al espectador con escenas inquietantes de atmósfera pesadillesca y claustrofóbica, que elevan el nivel de la película y las expectativas del espectador. Expectativas que, al menos en mi caso, no acabaron de satisfacerse con el demasiado convencional final.

Los actores están caracterizados para parecer gente corriente, algo bastante desafiante en el caso de Cameron Diaz y James Marsden y que se consigue bastante, ayudado por sus buenas interpretaciones. Cameron Diaz, alejada de sus papeles habituales, da vida a una mujer algo sombría acostumbrada a sufrir y que por ello tiene muy desarrollada la empatía, lo que le añade muchos problemas morales con la caja. Marsden interpreta a un personaje más plano y directo, un hombre amante de la técnica y la tecnología, que intenta dar soluciones a los problemas con la lógica y el sentido común y que le da menos vueltas a las cosas que su mujer. Frank Langhella da vida al hombre misterioso con convicción, pero por la naturaleza icónica de su personaje no puede darle demasiados matices.

El apartado técnico está muy bien resuelto, la fotografía fría le da un toque gris e invernal muy conveniente para una trama que a partir de cierto momento gira alrededor de la culpa y de la naturaleza egoista del ser humano. El ritmo de la película es pausado pero correcto, desgranando poco a poco la historia; la banda sonora, como en todas las producciones de Kelly, potencia muy bien las imágenes. Quizá el principal problema es que a la historia le falta algo de contenido; lo que cuenta me pareció interesante y bien narrado, pero demasiado estirado para llegar a sus 116 minutos, algo más de contenido le hubiera venido bien.

En conjunto The Box es una buena pelicula, pero yo esperaba algo más de Richard Kelly, que una vez más vuelve a demostrar sus innegables dotes como cineasta pero que de nuevo no ha encontrado la historia correcta para que la película le haya salido redonda. Supongo que después de Southland Tales las dosis de riesgo que podía afrontar eran mínimas y se nota; si The Box no estuviera tan preocupada de ser para un público amplio y Kelly se hubiera permitido soltarse algo más creo que la película habría sido mejor. Aún así es una película que recomiendo a los aficionados a los thriller y al cine de terror.

(c) 2009 Jordi Flotats