PLANET TERROR

Planet Terror, o como volver atrás en el tiempo

El 6 de Abril de este año se estrenó en Estados Unidos Grindhouse, un experimento (o gamberrada según quien opine), realizado por Quentin Tarantino (Resevoir Dogs, Pulp Fiction, Kill Bill) y Robert Rodriguez (El mariachi, Abierto hasta el amanecer, Sin City) consistente en recrear una sesión doble de cine de terror de serie B de los años 70 y 80.

El término ‘grindhouse’ se aplicaba tanto al cine de explotación de serie B, películas de género de bajo coste que intentaban atraer al espectador a la sala por sus dosis de violencia y sexo, como a las salas que proyectaban los programas dobles, frecuentemente antiguas y con deficiencias a la hora de exhibir las películas. Tarantino y Rodríguez se propusieron un homenaje en forma de viaje nostálgico en el tiempo a un programa doble con sus anuncios locales, previews de próximas películas y por supuesto sus dos films: Death Proof y Planet Terror.

Pero desgraciadamente el público americano no acabó de entusiasmarse con esta propuesta ya que Grindhouse recaudó 1.2 millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición en lugar los 20 millones previstos. Probablemente por este motivo se decidió mutilar la proyección y proyectar las dos películas por separado en las salas europeas.

La proyección de Planet Terror empieza con un tráiler de una película inexistente, Machete, que plantea el típico argumento de tío duro en busca de venganza que podría haber protagonizado el perfectamente el Charles Bronson en sus momentos más bajos. Al parecer Robert Rodríguez acabará por rodar esta película durante este año.

Los créditos de Planet Terror superpuestos a la imagen Rose McGowan realizando un baile muy sugerente, junto con la banda sonora heredera directa de las de John Carpenter y la imagen llena de parásitos introducen perfectamente el tipo de película que seguirá. El argumento de la película la encuadra en el género de terror con zombis heredero directo de George A. Romero: en una base militar abandonada, unos militares liderados por su cínico y traumatizado teniente (Bruce Willis) que han sufrido experimentos del gobierno pierden el control de una sustancia que les suministra un siniestro individuo coleccionista de testículos de sus enemigos (Naveen Andrews) que ellos los mantiene vivos pero que a la gente normal la convierte en zombies, y como en toda película de este género que se precie, los zombies comen carne humana y su mordedura convierte en zombies a sus víctimas. Y la maldición se extiende sobre un pueblo de Texas y nos introduce a la galería de personajes que protagonizarán la película: una stripper a la que tienen que amputarle la pierna (Rose McGowan), su exnovio, que trabaja en un garaje pero tiene un oscuro pasado (Freddie Rodriguez), el sheriff del pueblo (Michael Biehn) y sus pintorescos ayudantes, su hermano, propietario de un restaurante de carretera obsesionado con encontrar la salsa barbacoa perfecta, un siniestro médico que trabaja en el hospital local (Josh Brolin), su atractiva (y no mucho menos siniestra) esposa, enfermera en el mismo hospital (Marley Shelton), entre otros.

La película, como las que homenajea, hace de sus principales bazas un ritmo trepidante sin pausas ni fisuras, una violencia a ratos rozando el gore, exagerada hasta el punto de la parodia (el muñón ametrallador de la protagonista sin ir más lejos), dosis moderadas de erotismo y un humor absurdo y gamberro y a ratos de mal gusto (bromas de amputados, vaya). El argumento pasa por todos los tópicos presentes en este tipo de películas: los zombis, las conspiraciones gubernamentales de pacotilla, los ‘mad doctors’, las ‘femme fatales’, los antihéroes “con pasado” y los militares traumatizados.

Todos estos elementos, sumados a los cuidadosos esfuerzos en la fotografía, el vestuario y la música producen la sensación que estamos viendo una película vieja de los años setenta, a la que incluso falta una bobina (no digo más, es mejor verlo).

Pero la película no se queda ahí, hasta aquí sería un calco sin vida de un tipo de cine que por desgracia para unos (entre ellos quien escribe estas líneas) y por suerte para otros ha pasado a mejor vida. Rodríguez añade a la mezcla un humor irónico y autoreferencial que logra convertir la parodia en homenaje sin desvirtuar su esencia: la diversión sin complejos ni correcciones políticas.

En resumen, para los amantes de terror de serie B, las películas de John Carpenter y la diversión sin complejos, entre los que me cuento, Planet Terror es delicia que deja con ganas de más, es una lástima que no se haya respetado el programa doble Grindhouse como en Estados Unidos.

(c) 2007 Jordi Flotats